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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 7 de febrero de 2011

A toro “regalao”... México ¿quo vadis? / Por Pedro Javier Cáceres

El Juli le cortó el rabo al toro de ragalo "Guapetón" /Foto Burladero.com/
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A toro “regalao”... México ¿quo vadis?

Pedro Javier Cáceres
Desde la efemérides del “cincuentenario” de la Plaza México en el año 1996 con un rejoneador por delante, Manolo Mejía, Jorge Gutiérrez y Enrique Ponce, que regalaron un sobrero cada uno en tarde de 10 toros, y con el posterior encuentro bilateral entre las dos tauromaquias y sus “portavoces”, Joselito, Ponce, Armillita y Zotoluco, no he faltado a ninguna cita del 5F (fecha de Fiesta Nacional y aniversario de la inauguración de la Plaza… más grande del mundo). Durante 12 años consecutivos. 2007 fue el último. La prueba de resistencia, por tanto, la he superado.

Les cuento esta historia para avalar que tengo el suficiente juicio de valor y experiencia para entender del asunto.
Era mi última asignatura en el conocimiento de América tras, los diez años anteriores, haberme pateado la tauromaquia del resto de los países taurinos americanos y llevando domingo a domingo a la afición y público españoles el relato de sus particularidades sus grandezas y sus limitaciones.
En este caso no se puede hablar de miserias porque la carcoma que evidencia su erosión tiene su origen en los mismos roedores : “los profesionales”… de allí pero contaminados por “espejo” de las mismas lacras por los de aquí, principalmente los grandes.
Si el refrán castellano dice que “donde fueres haz lo que vieres”, en este caso, por ser la Madre Patria y la “cuna” de la Tauromaquia, el dicho muta en “donde fueres impón lo que quieres”, y tragan… porque: si no hay “casera” nos vamos, o ni siquiera llegamos.

En esta dinámica es La Monumental de México la que se lleva la palma en deterioro. Una fase cuasi terminal con una metástasis harto diagnosticada pero no tratada. La necesaria cirugía invasiva se va distrayendo, deliberada y voluntariamente, con cataplasmas y otros remedios caseros.
De forma consensuada por todos, los unos y los otros, los de allí y los de aquí, que quieren analizar la orina del enfermo en momentos puntuales tras los efectos de los analgésicos de baja intensidad en una política de cuidados paliativos y mucha morfina y derivados.
Puede ser, con diferencia, la Plaza de peor relación calidad-importancia de todo América. Un motor que bombea irresponsabilidad a la mayoría de plazas relevantes de la República de la que se salvan muy pocas. Afortunadamente entre estas está Guadalajara, pero, claro, lo que allí pasa no se cuenta tan intensamente y su relevancia es menor.

La Plaza más grande del mundo malvive de una, a lo sumo dos o tres, citas al año inflacionistas.
Se tiene que anunciar — en principio- ocho toros y cuatro toreros para cumplir una absurda paridad entre nativos y forasteros para intentar cubrir aforo.
Mantiene las constantes vitales pendientes del corte, por lo civil o lo criminal, de rabos (cuya lista es más larga que la “pedrea” del sorteo de Navidad y más perversa por devaluada que la de Schindler). Los últimos cortados en América, Ponce en Quito y Hermoso en Bogotá han sido históricos por hacer más de cincuenta años del último.

El encefalograma, que apunta a plano, tiene picos a base de los indultos; más corcho a la poca madera de sangre brava de la cabaña autóctona.
Y todo ello, más en los últimos tiempos, no llega en tiempo convencional, si no en la forzada prórroga. E incluso se decide, muchas tardes, por tandas de penaltis, una o mil: el “toro de regalo”.
Fuera de cupo y al margen de cualquier control de la autoridad o de reparto de suerte entre los matadores pues lo llevan de oficio como el “talocha” la tartera que le ha preparado la “parienta”.
Es el reintegro que devengan al sufrido aficionado tras tres o cuatro horas de suplicio cuando creía que optaba al “gordo” o al menos a segundos, terceros, cuartos o quintos premios; la centena o la aproximación. Nada, como mucho “las vueltas”.

Son las uvas de cosecha propia que se llevan los toreros, con toda la impunidad, para postre una vez que la vendimia a la que se apuntaron fue parca en frutos.
Todo vale, aunque sea para “tetra brik”. Eso sí, con bonita y lujosa etiqueta y logo protagonizado por una gran figura del torero como reclamo.
Los medios justifican el fin: la foto.
La foto del “rabo” y el toro indultado.
Y por toda síntesis la de los toreros en hombros tras un maratoniano festejo de más de cuatro horas y doce toros entre devueltos y de dádiva.

Tal que ayer con oreja en dos de tres ¿toros? de Ponce y las dos cortadas en el minuto 250 de Castella.
Pasó el domingo anterior y el rabo que cortó El Juli. El otro hito de la presente temporada lo firmó, en minuto más menos parecido, también Castella indultando el “de regalo” el 12 de diciembre. El Payo consiguió el triunfo de dos orejas de la misma guisa el día de arranque de ciclo el 7 de noviembre. Y lo han intentando desde entonces hasta ayer Zotoluco, Tejela, Ventura y Talavante con mejor o peor fortuna. Tan sólo Perera ha “racaneado” en sus dos comparecencias.
Todo ello explica el contubernio implícito. Los foráneos son imprescindibles, los “manitos” chupan rueda y no quieren salir de la comodidad local, barata pero con la seguridad de un funcionario, para hacerse figuras en España con lo que tampoco molestan en la temporada española ni para competir con el G-10 ni quitar sitios a la pobladísima clase media.
No hay riesgo que surjan los Silvetti, Procuna, Armilla, El Soldado, Garza, Arruza etc. que provocaron la ruptura del Convenio bilateral.

El toro, o el “no toro”, es el quid y su consecuencia. No hay toro ni público.
En España estamos en ello.
Al menos en México cuando es menester lo intentan arreglar con “el toro de regalo”.
Sabido es que “a toro regalao no le mires el diente”… ni la dentadura, la edad, los pitones, el trapío, ni el “cojón” aunque solo sea por asegurar que es macho.
Pie de nota.-
Nadie ose especular con que la estrategia la diseñó a medio y largo plazo Martín Arranz. Y ni siquiera Matilla, o Choperas son los que más se prodigan por allí. Canorea y Valencia prefieren Vallarta o Cancún.
No, busquen por otro lado, pónganse las pilas y por las “luces” ( las luces, “chispeantes”) sigan la senda.
Moraleja.-

La culpa la tengo yo por inquieto. ¿Quién me mandaría a mí trasnochar hasta pasadas las 4 de la madrugada? Con lo bien, bonito y barato que me lo hubieran contado.

¡Imbécil!

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