la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 9 de octubre de 2012

A MENOS / Por Antolín Castro



Aparente lleno, aparente toro, aparente toreo, hueco todo: 
Vamos a menos / Foto La Loma

A MENOS

Antolín Castro
España
Lamentablemente esta es la sensación. Terminando la temporada y terminada la Feria de Otoño en Madrid, esa es la conclusión: A menos.

No se avanza y sin embargo sí se percibe que se retrocede. No nos gusta ser pesimistas ni fatalistas -aunque haya que compensar a los excesivos triunfalistas- pero es una realidad palpable. Las Ventas ha sido prueba de ello. Ni los toros ni los toreros nos han dado muestras para decir lo contrario; ni siquiera el público asistente nos permite albergar muchas esperanzas. Vamos a menos.

Concluida la feria solo ha habido una explosión que nos indicara que el toreo, que la Fiesta, es un cúmulo de emociones como no hay otro espectáculo que lo pueda ofrecer. Fue el último día y con motivo de que un torero, de plata o azabache, supo poner la plaza en pie por dos veces. Este se llama David Adalid es un banderillero muy capaz y muy torero. De su hazaña, y su forma de hacer, ya habrán tenido oportunidad de saber, me limito solamente a reflejar que esos momentos fueron cumbre y los que demuestran que esta Fiesta tiene recorrido si es con esa gallardía y verdad y ante un toro sin sospechas y no simplemente ante un ‘colaborador’.

Lo demás fueron un si pero no, un quiero y no puedo, un poquito de por aquí y un poquito más de por allá. Con esto no quiero despreciar el esfuerzo de cada uno de los actuantes, que a su manera han querido estar, pero aún así, o precisamente por ello, se han puesto de manifiesto aún más las carencias, las necesidades que tiene en la actualidad esta fiesta para poder emocionar. De ahí el haber citado, por ser ejemplo clamoroso, los pares de banderillas de Adalid. Ahí estaba todo lo que no hay que perder, lo demás, la mayoría de las veces, es salir del paso.

A menos, descaradamente, fue la actuación de los novilleros, de los que se esperaba y llegaron dormidos. El ganado de los Lozano para tal ocasión fue una limpia de corrales sin respeto a la primera plaza del mundo. A menos las llamadas figuras actuantes con la corrida del Puerto; un Cid que parece un ratito que sí y luego a menos y con la espada a la nada. A menos Luque que se conforma con querer ser figura en lugar de querer ser torero, con todo lo que eso conlleva, la rutina, la pesadez y el aburrimiento. A menos, aunque a más que en mayo, la despedida de Fundi.

A menos los toreros reconocidos como esforzados. Fandiño se libró con los premios, pero a nuestro juicio no fue el mejor Fandiño. David Mora perdido, a mucho menos del pasado año ¡tanto torear no beneficia! y si tampoco lo es al bolsillo como se sospecha, mucho menos. Sergio Aguilar no se si fue a menos, pero no fue a más. Robleño, Castaño y el otro Aguilar quisieron ir a más, pero las dificultades de los Palha les llevó a ir necesariamente a menos.

A menos el ganado al completo. Perdidas las señas de identidad, o descastados o colaboradores, ni los Palhas, que sí sacaron al menos las complicaciones, pudieron ofrecer la imagen única, y deseada, del toro bravo.

Y qué decir del público, a menos también. A menos han ido los abonos que ya alcanzan en este año un auténtico bajonazo. Perder esa cuota representa el interés que despierta lo que se ofrece en los ruedos en la actualidad. A menos la exigencia del que ha de ser el público guardián de la autenticidad, que es lo que debe representar el de Madrid. Una sola oreja en cuatro tardes y fue fuertemente protestada, lo que viene a demostrar también de que en todo se va a menos.

La autenticidad es el único motor capaz de mover y relanzar lo que evidentemente languidece. O se ponen las pilas los toreros, ganaderos y empresarios o no va a ser fácil reconducirlo. No podemos pensar que un tal Adalid va a estar todas las tardes en las plazas para demostrar que lo que pone a todos de acuerdo es la autenticidad, el riesgo y la emoción que eso supone delante de un toro, criado para no ser colaborador. En ese momento, fuimos a más, no a menos.
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