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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 25 de febrero de 2013

¡TARARÍ! …QUE SALGA EL TORO DEL TORIL / Fernando Gª Terrel




¡TARARÍ! …QUE SALGA EL TORO DEL TORIL

Fernando Gª Terrel

Zaragoza, 25/0272013.-En mi afán divulgativo, en mi deseo de que los nuevos aficionados conozcan la liturgia de la corrida de toros y los antiguos la refresquen, les hablé en tardes anteriores sobre algunos aspectos que preceden al festejo. Hoy seguiré desgajando el espectáculo que vamos a contemplar y comenzaré contándoles lo que sucede inmediatamente después de que el Presidente haya sacado el pañuelo blanco para ordenar a clarineros y timbaleros que anuncien la salida del primer toro al ruedo.

Una vez Deshecho el paseíllo, al pie del balcón presidencial, los toreros comienzan a estirar los músculos y relajarse, torean al viento con los capotes recién desplegados. Las miradas, la inquietud, el miedo, ronda en el ánimo de todos y eso se percibe en los rostros de los actores.

Se abre la puerta de chiqueros. De ahora en adelante la atención debemos fijarla en el toro, en el rey de la tarde, en el protagonista. Cuando vayan a ver la corrida no pierdan de vista el comportamiento de esa fiera brava que va aparecer procedente de la manga de los toriles, en el previamente, con una garrocha, le han colocado en el morillo la divisa de la ganadería a la que pertenece y que al sentir el arpón ha despertado de su letargo. Por eso sale a la plaza excitado y desde ese momento, al igual que su lidiador, debemos estudiarlo. Observar si sale deprisa o despacio, si derrota o escarba al salir, si remolonea o incluso si se vuelve. Con estos pocos detalles, tendremos una primera sensación sobre su comportamiento y actitud.

Como dato curioso les diré que según estadísticas, aproximadamente, el ochenta por ciento de los toros que saltan al ruedo, salen de chiqueros hacia el lado derecho; el quince por el lado izquierdo; y el cinco restante, lo hacen de frente. En el caso primero se llama “salida natural”; en el segundo “salida contraria”; y por último los que lo hacen de frente es “salida recta”.

Se fijarán que muchos de los que salen en línea recta suelen dar un pequeño salto, al llegar a las dos rayas blancas de los picadores y es que, al salir con escasa visión por la oscuridad del chiquero, las ven como si fuese un obstáculo. Por este motivo se están sustituyendo por las de color rojizo, como en las plazas de Sevilla y Pamplona. Así pintadas parece que se sobresaltan menos las reses.

Dicen algunos entendidos que salen la mayoría hacia la derecha por efecto de un fenómeno físico dependiente del hemisferio en que se celebre el festejo. En Sudamérica, por ejemplo en Venezuela u otros lugares de allá, la mayoría de los toros salen hacia la izquierda, y en el mismo sentido dan las primeras vueltas al ruedo, al contrario que en España, Portugal y Francia, ¿misterio, casualidad, intuición o situación? De cualquier forma fenómeno curioso o sorprendente.

Sigamos fijándonos en el toro, un animal que hasta este momento ha pasado cuatro años al menos en un hábitat muy distinto al que ahora se encuentra. Debe suponerle un shock encontrarse de pronto lejos de las praderas y encerrado en un recinto redondo cubierto de arena y escuchar los murmullos de los miles de personas que pueblan los tendidos.

Se siente inseguro y comienza a mostrar su bravura nada más salir del portón de chiqueros arrancándose con viveza a cualquier movimiento o estimulo que vea menearse. Es en ese momento cuando el aficionado debe de comenzar a contemplar o evaluar si el toro tiene trapío o adolece de él, es decir si exhibe la estampa o aspecto fenotípico del toro de acuerdo con las características de la ganadería de origen; si está limpio de pitones, si tiene el peso adecuado a su talla o corpulencia y otros detalles sobre su pelaje, encornadura y hasta rabo.

La lidia de cada res consta de tres partes, llamadas tercios; el de varas, el de banderillas y el de muleta. El primero comienza con los pases de recibo al toro en cuanto éste pisa el albero. El animal no sabe embestir, hay que enseñarle con los engaños o capotes y hacerlo bien pues si aprende mal, se volverá peligroso. Tiene muy buena memoria y no le gustan las cosas mal hechas. Protesta cuando se las hacen.

Por eso lo primero que pretenden los lidiadores es probar al toro, comprobar su fuerza, su bravura, la calidad de su embestida, su capacidad para repetirla, condición indispensable en el toreo actual. Estos pases solían realizarse antes por uno de los banderilleros o subalternos, ahora la mayor parte de las veces, lo recibe el propio matador. Uno u otro sostiene el capote con las dos manos y se sitúa delante del toro, corren de espaldas ante él y le atraen para provocar su embestida, para probar al toro. En seguida le propina unos capotazos de tanteo, dando lugar a las primeras muestras de arte, las verónicas.

Así llamadas porque recuerda la tela con la que Verónica, enjugó el sudor y la sangre del rostro de Jesucristo. Este lance se ejecuta sosteniendo el capote con las dos manos y situándose con respecto al toro casi de perfil. El torero embarca la embestida del toro, es decir, tapa por entero la cara del animal, sin que éste toque el engaño y hace que salga de la suerte, del encuentro con el torero por el mismo lado por el que acometió. Las verónicas se dan por los dos lados, el derecho y el izquierdo, haciendo que el toro gire alrededor del torero. Se valoran más estas series si se ejecutan ganándole terreno al toro, es decir adelantando un pie a cada una, casi como si fuera andando, y llevando tras de sí el torero al toro hasta el centro de la plaza.

Por hoy nos quedamos aquí, en los lances de recibo. En próximos comentarios les hablaré de los restantes tercios de la lidia y de manera especial, en lo que deben fijarse los que aspiran a ser buenos aficionados
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Fernando Gª Terrel
(Director del Rincón Taurino “El Mentidero”
de la Casa de Andalucía de Zaragoza)
Zaragoza, 25-2-13, Canal 44 de TV.
Programa “Patio de Cuadrillas”

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