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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 29 de agosto de 2013

Comepresidentes, comematías y comepetardos / Por Ricardo Díaz-Manresa



Otra vez decisiones polémicas y discutibles del presidente de Bilbao. Hay una corriente periodística, a veces justa y a veces no, contra los del palco. Son los comepresidentes : informadores veteranos y otros que llevan un cuarto de hora en esto.

Comepresidentes, comematías y comepetardos

Ricardo Díaz-Manresa
Matías Rodríguez, presidente de la plaza de toros de Bilbao, ha sido un año más y quizá más que ningún otro, uno de los protagonistas de las Corridas Generales, junto con Ponce por el día 19 cuando le negó la segunda oreja y, por tanto la Puerta Grande, que se abre muy poco porque en Bilbao hay que cortar dos en un toro para salir y la segunda es del presidente. Mucho poder para el presi, como en Sevilla que en corridas normales hay que cortar dos juntas, y hasta el torero reunir tres en su lote para que haya Puerta del Príncipe.

Mucho poder. Y este año acusan a Matías de haber birlado la Grande a Ponce y también a Fandiño. Ni palabra de la del Juli. Atacar cuando no da y callarse cuando da y cómo. En fin, hay muchos informadores, algunos veteranos y muchos jovenzuelos a los que vuelve histéricos que les “roben” Puertas Grandes a los toreros. Si es así, hay que denunciarlo…al igual que todas las tropelías que se cometen a lo largo de la temporada timando al público en corridas sin trapío. Los toros que yo llamo del gran aburrimiento. Por esto, hay bastante menos irritaciones. Cuando lleven más de un cuarto de hora en esto quizá sean más equilibrados.

Una injusticia y grande e increíble –aquí hay que criticar a todo el mundo que se lo merece- fue la negación de la segunda oreja en Alicante a Perera por un faenón. Hay presidentes malos, que no malvados, sino muy malos profesionalmente, muy incompetentes, como el muy rellenito de Alicante. Es que no había discusión. 

Era de dos y más allí. ¿Y cuando la hay? La hubo en San Isidro en la no salida de Alberto Aguilar, muy discutible. También ha habido movida en torno a otra que Julio Martínez no concedió el pasado 18 en Madrid a un novillero llamado Juan Ortega, también con polémica.

Los del cuarto de hora quisieron tirar de la lengua al novillero segura o presuntamente agraviado y sus respuestas fueron ejemplares ante el cabreo de los portamicrófonos : “cada uno tiene su opinión y hay que respetarla”. ¡Qué lección de serenidad y sensatez y era el único perjudicado! Y cuando quisieron que embistiera diciendo que se la ofrecería, quizá en venganza, cuando cortara alguna añadió : “Será a todo el público”.

Quizá hayan aprendido ante Juan Ortega, cabeza tan despejada como inteligente. ¿Podría ser que hablaran más de Aguilar en mayo por no abrir la Grande del Toreo y de Juan Ortega este agosto por no concederle la oreja que si hubiese sucedido al revés?

Pero lo del Bilbao es diferente. Matías se metió este año desde el principio en un berenjenal, que no sé si le gusta o no, si disfruta o sufre. Tuvo que dar la primera oreja de la feria a Hermoso de Mendoza que el público no pedía y no era la de él, pero estábamos en una de dos aunque el público, escaso, no se enterara.

El problema, quizá, no fue negarle la segunda a Ponce sino dársela antes al Juli. ¿Hizo lo máximo Julián para merecer tales trofeos o Matías se acojonó porque le habían acusado temporadas anteriores de negarle la segunda al de Velilla?. Y llega Ponce, hace mucho más que su compañero, lo que se dice un faenón, la espada le queda un poco baja y le niega el salvoconducto para salir a hombros. 

Comparando no había duda…después de lo visto y hacer balance con lo anterior, pero…Muy, muy discutible la decisión de Matías que en su firme y exigente criterio no admite más que estocadas muy buenas y en todo lo alto para sacar los dos pañuelos. Nunca he entrado a matar a un toro, pero hay que analizar lo hace de verdad el torero y se desprende la espada un poco o intenta matar echándose fuera. Creo que con Ponce estamos en el primer caso. No es lo mismo hacer una faena extraordinaria con estocada ligeramente desprendida que una buena con la colocación, deficiente por accidente, de la espada.

Me voy a mojar más. No soy periodista de callejones, ni de hoteles taurinos, ni de abrazos ni de amigos del toro que al final casi nunca lo son. No soy sino todo lo contrario, en frase genial de Carmen Esteban, de los que se volvían locos para dar la mano a aquel tercero de Ponce llamado Jean Marie Burret. O ahora a cualquiera que se ponga el traje. Frecuento poco los ambientes del taurineo. 

Si hubiera sido presidente y nunca antes hubiese dado las dos por estocada deficiente, me inclinaría al no, pero la enorme dimensión de la faena me habría hecho dudar muchísimo. Supongo que se habrá arrepentido tanto de no dársela como lo habría hecho de dársela. Si yo hubiera sido crítico con la urgencia de la crónica diaria hubiese expuesto todas estas dudas que reflejo y por justicia comparativa se la daría desde mi opinión escrita o hablada. Si fuera solo aficionado, dos orejas sin dudar. 

El gran tema, Matías, fue quizá equivocarte dos toros antes y con otro torero que te había atacado mucho. Todo lo que hicieras después, por arriba o por abajo, podrían ser equivocaciones o injusticias. No te envidio.

El otro “robo” cantado, el de Fandiño, no hay tal en mi modesta y puede que equivocada opinión. No es la faena soñada de puerta grande. Con una de verdad, como ésta, va bien recompensado. Cierto que dio orejas por estocadas bajas, claramente deficientes, pero eran las del público –inapelable- ante peticiones “mayoritarias”… de una cuarta parte del público asistente o menos. Este es, no obstante, un problema sin solución. O se cambia el sistema de petición visual por pañuelos o para los comunicadores orejeros –que son legión- siempre habrá mayoría aunque casi nunca es así.

La frase lapidaria de Matías de que la corrida “está grabada” viene a decir, la vemos y discutimos, ya sin pasión, sin griterío y sin pañuelos y a ver quién tiene razón. Porque muchas veces queremos ir contra lo evidente por intereses, pasiones, simpatías o gustos. Y a la legión de comunicadores orejeros se les olvida que está grabada la corrida y que la hemos visto y la podemos volver a ver unas cuantas veces.

Al gran Matías Prats Cañete, el fantástico locutor, abuelo de periodistas ya, se le rompió la magia porque siendo rey de la radio se le olvidó que existía la tele y contaba las cosas según su criterio, a veces ajeno a la realidad y a las imágenes que estábamos viendo. Creo que fue en un campeonato mundial de fútbol ¿en Italia? donde ocurrió este olvido y fue sustituído por José Antonio Fernández Abajo. Ya no recuerdo si a Matías, también Matías como el de Bilbao, o se le olvidó que había tele o estaba él en ella como si no viéramos lo que pasaba.

Creo de verdad que los males de Bilbo no son Matías, aunque se equivoque. Le ha dado categoría globalmente entre fallos y aciertos. Y ha puesto el ambiente pleno de discusión y debate. Para unos, se pasó con el Juli. Para otros, no llegó con Ponce y Fandiño.

Nos debemos comer a los presis petardos, a Matías que se lo coma libremente quien quiera y los comepresidentes en general que se moderen para lo bueno y para lo malo.

Los males son otros en una feria con muchísimas cosas buenas. Será mi próximo tema. ¿Qué es realmente Bilbao?

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