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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 1 de junio de 2014

24ª de la Feria de San Isidro: Solitaria oreja para Alberto Aguilar / Por J. A. del Moral


24ª de la Feria de San Isidro en Madrid
Solitaria oreja para Alberto Aguilar en medio de una tarde tan larga como aburrida

J. A. del Moral
Cuando desesperamos por la nulidad de lo visto, salió el quinto toro de Montealto, el único practicable de un saldo ganadero entre anunciados, sustitutos y sobreros y el pequeño gigante supo aprovecharlo por completo. Fue el único momento grato porque ni el propio Aguilar con su primer toro, ni El Capea, ni Sebastián Ritter con sus respectivos oponentes no tuvieron mayor oportunidad que la de mostrarse valientes y de poner mucha voluntad. 

Madrid. Plaza de Las Ventas. Domingo 3 de junio de 2014. Vigesimocuarta de feria. Tarde veraniega con media entrada repartidísima por devolverse muchas entradas a cambiar un torero del cartel.

Tres toros de Montealto. Un cuarto de Julio de la Puerta. Bien presentados y de vario juego. Muy noble el primero aunque viéndose pronto abajo en la muleta. Muy bravo en el caballo y totalmente agotado en la muleta el segundo. Por devolución del derrengado tercero y correrse el turno se corrió un segundo sobrero de El Ventorrillo, noble, flojo y de escasa duración. Lo mismo el cuarto. A más y a mucho mejor el noble quinto que fue el único que duró. El sexto, de El Ventorrillo. 

Pedro Gutiérrez Lorenzo El Capea (amapola y oro): Pinchazo hondo y dos descabellos, aviso y palmitas. Pinchazo, media estocada y tres descabellos, silencio.
Alberto Aguilar (marino y oro): Pinchazo y estocada, palmas. Estoconazo, oreja
Sebastián Ritter (corinto y oro): Estocada trasera, palmas. Media estocada y 18 descabellos, dos aviso y a punto de sonar el tercero, silencio.

De nuevo en Madrid tras incursionar en Aranjuez y Córdoba. Mereció la pena ver a Perera formar otro lio, a Ponce resolviendo magistralmente sus toros que apenas valieron un par de euros, a Morante con su arte y a Talavante que ahí anda el hombre queriendo que le suban sus emolumentos….He lamentado no haber visto a Miguel Abellán el pasado viernes en Madrid. Me cuentan que, independientemente del percance que sufrió, estuvo verdaderamente importante. Ayer fue día de coincidentes aniversarios. Se cumplió el decimotercer año de dos sucesos aunque de opuesto signo. Mientras en Las Ventas a José Tomás le echaban a los corrales un toro de su primo, Adolfo Martín, Enrique Ponce indultaba un toro por primera vez en Francia. Fue de Victoriano del Río. Lo digo adrede y se lo dedico a esos que no cesan de insultarme en comentarios que, por supuesto, no autorizo que se publiquen. Uno no es tan masoquista como los que continúan leyéndome para seguir gozando con su sufrimiento. Son ganas de molestar gratuitamente… Uno de ellos es italiano y, si continúa insultándome, voy a tener que querellarme contra él en los tribunales italianos y los españoles. Doble o nada… Si ganara los pleitos y me dieran alguna indemnización pecuniaria, prometo que le pagaré los viajes, las estancias y las comidas que haga siguiendo a su ídolo. Una excelente manera de contribuir al mundo turístico. Y, además, barata. En total, tres o cuatro viajes.., estaría tirado…

La corrida de ayer en Madrid fue modestita. Capea Jr, Alberto Aguilar y Sebastián Ritter que sustituyó al herido Paco Ureña. Llevamos una feria de San Isidro con varios heridos. Hacía tiempo que no caían tantos. Lo lamento mucho. Pero las cornadas son las que confieren autenticidad al toreo. En los tiempos de Paquirri, Capea padre, Manzanares padre y Dámaso Dámaso González, las corridas de toros las tomaban muchos en broma por culpa de la crítica más encopetada de entonces. Mandaban más Navalón, Moles, Mariví Romero y Zabala padre que todos los toreros juntos. A la pareja Mariví-Moles la gente les pedía más autógrafos que las figuras que acabo de nombrar. Ese sinsentido, esa vergüenza duró hasta que a Paquirri le mató el toro Avispado en Pozo Blanco. Esa muerte devolvió el prestigio a los toreros. Un año después cayó el pobre Yiyo en Colmenar Viejo… No creo que nadie ahora se tome esto a broma…

Este año vemos muchos toros de pelo castaño. El primero de ayer, por ejemplo. Nada más salir se partió un cuerno y fue devuelto no sin antes prestarse con nobleza a unos lances de El Capea. En fin…. Qué se le va a hacer. Le enjaretó una serie de verónicas con firmeza y temple pero deprisita. El primer puyazo lo tomó en un toma y daca. Y el segundo otro tanto. En bravucón que, como he dicho muchas veces, es bravura lindando con la mansedumbre. Capea hasta se picó por chicuelinas con un quite muy corriente de Aguilar. También resultó muy corriente el tercio de banderillas. Capea brindó al público porque ya había visto lo noble que era el toro y así fue. Hacía mucho tiempo que no le veía torear y, la verdad sea dicha, ayer francamente mejorado. Hasta le chillaron los del 7, lo cual es un honor. Serio anduvo, desde luego, firme, seguro de si mismo aunque sin poder evitar lo que no puede evitar, su descompostura. El toro se vino pronto abajo y Pedro decidió seguir citando muy cerca del burel en el trance moderno que tanto repiten los nuevos. El llamado arrimón que de los que yo he visto que lo hicieron y lo hacen, solo se salvan dos, Ojeda y Perera. Y alto, ni uno más. Pinchazo hondo y dos descabellos.

El cuarto, un galafate de Julio de la Puerta con dos pitracos pavorosos, metió la cara en el capote de Pedrito, perdón, don Pedro que ya se casó. Observo gratamente que El Capea se compone mejor con el capote que en sus primeras temporadas. Puyazo al canto y otro que tal baila por su nula fuerza. Lástima. Era muy noble. Lo banderillearon entre protestas. Pero, por favor, más sobreros, no. Apenas se prestó para la muleta el blandorro marmolillo. Y más que discreto Capea en el apenas salvo con los aceros.

El pequeño gigante Alberto Aguilar recibió al muy hermoso segundo – otro castaño – con buenos lances que jaleó la parroquia. Muy suelto este animal, fue costoso llevarlo al caballo. Huidas y más huidas hasta que, por fin, quedó muy bien colocado y tomó un puyazo en serio – muy bien el piquero Francisco Javier Sánchez – pero demasiado largo por quedarse el toro encelado en el peto y incluso derribar sorpresiva y aparatosamente en una estampa solanesca porque siguió encelado con el caballo derribado y todo el mundo intentando sacarle del trance sin conseguirlo pese al coleo de varios monosabios. Escena digna de haber sido plasmada en la antigua revista “La Lidia”. A la gente le encantó. El segundo puyazo lo tomó también con bravura ante el caballo contrario al de turno que ya se habían llevado. Y en estas, el colombiano Ritter quitó por gaoneras tomasianas. Los banderilleros parearon como buena o malamente pudieron al esperar y perseguir el burel. Bien Capea al quite. Brindis de Aguilar. Fue a por todas sin que el toro se comportara en el arranque de la faena como pensamos todos que lo haría. Había perdido fuerza y, acabó parado. Lo había dejado todo en varas. No fue fácil matarlo.

Por grandes y cornalones, no se quejó nadie en las salidas de los toros. Así el quinto que empezó a blandear mientras Aguilar lo pasaba con su gracioso capote. Salió derrumbado de un capotazo anterior al segundo encuentro con el caballo y perdió las manos al recibirlo mínimamente. Normal el trámite banderillero y muy arriba con galope algo gazaponcete del burel en el arranque de la muy bien intencionada faena de Aguilar que se plasmó en buenas tandas con la derecha. El toro tenía fijeza además de la nobleza ya observada y, como repitió, el trasteo tomó altos vuelos, incluso al natural. Muy torera la faena de Alberto y muy contenta la gente cuando ya había empezado a desesperar. Fue hermoso y emocionante ver como se tiró a matar y como lo mató de soberbio estoconazo, Aguilar tan bajo y el toro tan alto. Cayó la oreja sin discusión de ninguna clase.

Muy alegre la salida del tercero para renquear de inmediato. Las indudables ganas de Ritter quebraron al devolverse el toro. Salió en su lugar el anunciado de Monte Alto en vez del sobrero. Echó las manos por delante y salió suelto para empezar. Perdió enseguida las manos. Menos mal que era noble. No quiso caballo. Y Ritter contrariado, vio como el toro volvía a caerse bajo las manos del equino. Bien Capea por limpias verónicas en el quite y entre regularcito y pasable el tercio banderillero. Pese a todo, quedó más que potable para la muleta y Ritter lo supo aprovechar con un trasteo valiente aunque desigual por lo que respecta al temple hasta que el animal duró. Muy poquito.

El de El Ventorrillo cerró la larga tarde. Desarmó a Ritter nada más salir. Le cuidaron en varas temiéndose que se viniera abajo tan pronto como casi todos. Rápido y no del todo certero el tercio de banderillas por perseguir el toro en el tercer par. Ritter se esforzó mucho, demasiado, por los dos pitones niapenas limpios resultados. Mató de media estocada algo atravesada y se eternizó con el descabello en 18 agresiones con dos aviso, doblando el toro cuando el presidente ordenó que le dieran el tercero. Por poco se lo echan al corral. Un final a tono con la mayor parte de este petardo de corrida apenas salvada por Sergio Aguilar con el único toro que valió.

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