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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 6 de noviembre de 2014

NOS AFERRAMOS… / por Antolín Castro


Nos aferramos... a cosas como esta que cambian la percepción de los aficionados

NOS AFERRAMOS…

Algunos aficionados se aferran a sus recuerdos, a los ídolos que admiraron en su juventud, a las ganaderías que les proporcionaron emociones en sus tiempos de apasionados aficionados. Así es y así ha sido y no solo en los toros, la nostalgia no es exclusiva del mundo del toro.

En OyT nos aferramos a nuestra idea de exigir el toro íntegro y el toreo auténtico. Así llevamos más de diez años y así pensamos seguir. También nos aferramos a la verdad y a dirigirnos principalmente a los aficionados, que son los verdaderos receptores de los contenidos e información que genera el equipo de colaboradores de este Portal.

Esos aficionados, y eso no deja de ser un problema, son casi todos de esos que hemos enumerado en el primer párrafo. Los que defienden la emoción que proporcionaban algunas ganaderías y a los toreros que en su tauromaquia defienden el arte, la magia, el compromiso con la autenticidad. En resumen, la verdad del toro y del toreo.

Y esos ingredientes, juntos o por separado, han aparecido durante la temporada europea recién acabada. Curiosamente ellos, y nosotros también, nos aferramos a esas tardes en las que suceden cosas en los ruedos, ya sea en plazas de primera, de segunda o de tercera, pero que sucedan.

Y con ser mucho lo que pueda suceder en la temporada, llamémosle normal o del primer circuito, es curioso como hay impactos entre los aficionados que surgen misteriosa o mágicamente en distintos rincones del mapa, en distintos ruedos cuando actúan muchos de los toreros relegados, injustamente relegados.

Así de ese modo, nos hemos aferrado a lo hecho por Diego Urdiales en las distintas, pocas, ocasiones en la que le han dejado hacer el paseíllo. Nos aferramos, con muchas ganas, en ver a un artista como Juan Mora. Nos aferramos a ver formas clásicas de torear cuando aparece el toreo de veteranos toreros, que son más toreros que veteranos, llámense Frascuelo en Ceret o El Pana en Guadalajara, siempre distintos, con una personalidad acrisolada.

Nos aferramos a que unos ganaderos puedan ofrecer ganado, podríamos llamarle alternativo al encaste dominante, y que surja la emoción de los momentos que adquieren importancia real. En esos momentos, los ha habido, toros de Adolfo Martín han propiciado el triunfo más importante de Miguel Ángel Perera en este año en plaza de primera, aunque haya renunciado a repetir -yéndole tan bien- cosa que sí ha hecho Diego Urdiales en San Isidro y Otoño poniendo su nombre en boca de todos.

También, con esos toros, Fernando Robleño, Javier Castaño y Luis Bolívar proporcionaron una gran tarde en agosto. En julio, un toro de Cuadri, Trastero, y un torero llamado Rafaelillo, hicieron llorar a la gente en los tendidos de Valencia. Y como lo dicho en algunos momentos más. 

Se aferran, nos aferramos, a esos momentos que se viven en una plaza de toros, tan distintos a lo habitual. Se necesitan esos momentos para reforzar la idea de que el toro y el toreo pueden ser diferentes y que ser aficionados no es cosa de divertirse simplemente, sino de emocionarse con el comportamiento bravo de un toro, la verdad, el arte o la magia que supone la sorpresa a la hora de ejecutar el toreo. 

Se aferran, nos aferramos... a todo eso porque nos negamos a aferrarnos a la aburrida rutina.

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