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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 15 de marzo de 2015

3ª de Fallas: Castella, a hombros, se llevo el toro y la tarde / por J. A. del Moral



Castella, a hombros, se llevo el toro y la tarde

Valencia. Plaza de la calle Xátiva. Domingo 15 de marzo de 2015. Tarde en principio medio soleada, progresivamente nublada y muy fresca con más de tres cuartos de entrada.

Seis toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados y nobles en distintos grados de fuerza, escasa salvo tercero y quinto. Así aunque muy débil el primero. Resistió más el segundo, también noble y blando. Muy buen toro el tercero. Noble y blando el cuarto. Excelente el quinto, premiado con vuelta al ruedo. Deslucido el sexto y más por quien lo maltrató.

El Fandi (caña y oro): Estocada, silencio. Estoconazo trasero, oreja y petición de otra.
Sebastián Castella (añil y oro): Pinchazo y estocada trasera caída de rápidos efectos, oreja generosa. Estocada, dos orejas. Salió a hombros.
Román (verde botella y oro): Dos pinchazos y estocada, silencio. Pinchazo, estocada y cuatro descabellos, silencio.

Granada, tierra soñada por mí, dice la famosa canción. Granada, tierra de El Fandi. Si hubiera sido por lo mucho que le negaron desde que empezó a torear y aún continúan tratando de restarle mérito y categoría, estaría en su casa desde hace bastantes años. Este afán negativista tiene mucho que ver con los que solo saben apreciar a los artistas más o menos consistentes. Los del paladar, vamos. Pero uno ya es perro viejo, por suerte educado desde muy joven nada menos que para empezar a saber por nada menos que Antonio Ordóñez que fue quien me abrió los ojos y supo contrariar mis gustos exclusivistas de entonces cuando me dijo una y otra vez que el arte es un don divino que te viene regalado y que, por tanto, lo que verdaderamente tiene mérito es la capacidad de triunfar cada tarde a golpe cantado con toros de cualquier clase. Y mira por donde, uno de estos es David Fandila. Así que siento mucho que algunos de mis amables lectores discrepe de este parecer. Ayer volvió a Valencia donde acumula éxitos y por eso le contratan sin pegas de ninguna índole.

Además, creo que los toros de Núñez del Cuvillo están superando el bache que ha padecido últimamente. Antier mismo, en Castellón, soltó tres de alta nota. Que se lo pregunten a Manzanares que cuajó el segundo suyo en Castellón como para cantarlo en latín, digan lo que digan sus contrarios.

La probabilidad de que el ganadero acertara con su envío fallero de ayer, acrecentó el interés de la tercera de feria en la que El Fandi encabezó el cartel en compañía de Sebastián Castella y de Román. El nuevo local que aún está por ver a donde puede llegar… aunque me temo que a ninguna parte…

Uno espera que Castella tenga suerte y comparezca en su mejor versión. El año pasado salvó el gran bache que venía padeciendo. Aguantó el tirón con dignidad y nos dio buenas actuaciones aunque sin acercarse por completo a lo que fue el 2006. En la creencia que lo consiguiera empezó la corrida que comento a continuación.

El tiempo pasa para todos y también para El Fandi que ayer fue el primer espada. Aparte lo que hizo, fue una garantía que así fuera porque Fandila es un gran director de lidia. Siempre atento a todo, siempre raudo en quitar cuando cualquiera de los actuantes lo necesita… Y además, como ayer en su recibo de capa al primer toro. Gran, variado y eficaz capoteador.

Colorao, regordío y escaso de fuerza fue el que abrió plaza. Larga cambiada de rodillas y lances de menor a mayor lucimiento por verónicas y chicuelinas de El Fandi. Galleo por este mismo lance y revolera para dejarlo ante el caballo, yéndose suelto el burel por lo que, lucidísimo, volvió a gallear por zapopinas el granadino. Tras el leve primer puyazo, quite de Castella por tafalleras templadas. Llegó enseguida el tercio de banderillas a cargo de David con la precisa y preciosa espectacularidad que acostumbra gracias a sus portentosas facultades. El toro, ya bastante agotado antes de clavar El Fandi los tres pares y lograr pararlo tras correrlo por delante con su mano en la testud, quedó sin apenas resuello para la muleta. El Fandi brindó a la parroquia una labor que inició de rodillas por alto con la derecha. El animal cayó pronto a la arena desluciendo su intento muletero. Sacado casi hasta los medios, poco más pudo hacer con emoción porque el toro volvió a doblar las manos al dar en segundo redondo. Tuvo David que ejercer de “enfermero” para sostener al toro por suaves redondos sin atacar ni forzar la cosa. Y nada más porque el toro no quiso seguir ni el público tampoco que siguiera. La buena estocada con que liquidó al animal cerró el primer capítulo de la tarde sin más resultados triunfales que un silencio tras la amable ovación que le dedicó el público.

Bonito de hechuras el negrito cuarto. Se fue de los capotazos en el saludo de El Fandi. Galleó por rogerinas para el primer y muy aliviado primer puyazo mientras la gente empezó a pitar el ostensible renquear del animal. Del segundo encuentro salió el toro liquidado. Un toro así nunca le debería salir al de Granada. Pero como jamás pierde la moral, lo pareó con el indeclinable entusiasmo que le es consustancial. Dos en uno el tercer par. Cortas al violín y de poder a poder el que hizo de cuarto. Lo paró el seco David mientras muchos espectadores le aplaudieron en pie. Lo aprovechó con la muleta en la exacta medida que el toro requiso. Con temple y tino a derechas. Y con largos naturales, dos, antes de que el animal perdiera las manos al dar el tercero. Otra vez a derechas, volvió a coser cuatro y el de pecho. Pero al violentar un molinete, el toro cayó a la arena. No le importó a la gente, muy con El Fandi pese a los contratiempos del burel en sus caídas. Más naturales con el animal ya muy venido a menos y adornos de rodillas que terminaron con desplantes y abaniqueo. Con tan poco colaborador, solo faltó que matara pronto y bien. Pero El Fandi extremó su hacer con manoletinas. Estoconazo muy trasero de tardíos efectos, aviso y oreja al canto pedida con clamor con petición de otra. Fue sacar lo máximo de un pozo casi seco.

Verónicas desigualmente recetadas de Castella en su recibo al segundo, un burraco de buenas hechuras que salió renqueando de patas. Picotazo de trámite en el primer encuentro con el caballo y primera perdida de manos del animal, otro sin fuerza alguna, mas otro picotazo sin dañarlo lo más mínimo. Román animó la cosa en un quite valiente de frente por detrás bastante limpio para lo que acostumbra. El toro se dolió en palos y amagó con caerse de nuevo. Castella empezó la faena por estatuarios a pies juntos, un ayudado por alto y dos de pecho ligados en el tercio. Luego siguió por redondos en los medios con quietud que agradaron mucho al público. El burel, tardo y noble, le repitió sin embargo a Castella en una segunda ronda diestra de más interés. Mejoró el trance al natural teniendo que hacerlo todo el diestro francés. Como asimismo con más redondos y los consabidos de pecho muy encima del animal y en el arrimón final. Una labor meritoria en su conjunto que, tras pinchar por entrar a matar con el toro descolgado y enterrar una estocada muy trasera y caída, dio lugar a una petición no mayoritaria aunque muy ruidosa que fue atendida por el palco con generosidad.


El quinto, capicúa, con 555 kilos en la tablilla, llevaba consigo la mayor suerte de la tarde. Colorao. Gordo con cara muy agradable. Aunque quedó corto en los delantales a pies juntos de Castella en el recibo, se le fue solo al caballo en los dos encuentros y casi en un tercero. Quite de Castella por chicuelinas. Algo distraído en banderillas pero aún con suficiente energía y nobleza superior, para dar y tomar. Brindis en el platillo que anunció la ya famosa por muy vista faena de Castella con cambios por la espaldas allí mismo, altos con la derecha y de pecho. Tenía la puerta grande en la mano y la fue ganando por redondos ligados en un palmo de terreno seguidos de cambio zurdo. Fue el mejor lado de este excelente animal como pudimos apreciar en los naturales que enjaretó el espada francés. Como una malva acudió el de Cuvillo a otra ronda diestra y a los circulares que siguieron sobre ambas manos ligados a dobles de pecho con añadida sobredosis en mi opinión sobrante. Bien el toro, el mejor con mucho de la tarde, y bien el torero. Al perfilarse Sebastián para entrar a matar, algunos pidieron el indulto del toro. No fue para tanto e hizo bien Castella en matar. Y como lo hizo con pronta eficacia, a sus manos llegaron las dos orejas. Ambas merecidas.

El tercero, colorao y tan blando o más que el anterior, provocó un primer amago de enfado por parte del público. Le correspondió al local Román y, lógicamente, la gente quería que el chico triunfara. La presidencia lo devolvió a los corrales sin esperar ni un segundo. En su lugar soltaron un sobrero del mismo hierro. De amplia cornamenta y castaño de pelo. Con más fuerza que los anteriores aunque no metió la cara y salió suelto de los capotazos con los que lo saludó Román. Primer y leve puyazo al relance. Simulado el segundo. Tapatías o navarras , según las denominaciones mexicana y española de El Fandi en su quite. Raudo el parear de los peones. Brindis de Román a sus paisanos que rugieron cuando la montera cayó boca abajo y más con los pases cambiados en los medios del nuevo matador. Bienintencionados redondos aunque un punto destemplados en tres rondas muy jaleadas. Y buen toro, señores. El mejor de los tres primeros. Inoportuno desarme en plena euforia. Y ligera mejora del trasteo al natural. Pero el chico quiso volver a derechas con más enganchones en los de pecho de remate. Y como siempre pasa cuando no se templa, el animal cambió a peor. Amago de cogida. Circulares sucios y más trapazos. Una calamidad para disgusto del paisanaje. A las inevitables manoletinas añadió el colofón con su fallida espada. Una pena. Este toro lo dejó escapar Román.

Visto lo visto, lo del sexto fue meramente soportable por no decir inaguantable cuando ya había caído la noche sobre Valencia y los focos de la plaza refulgían. En las manos del diestro local cayó otro toro noble aunque de los flojos del envío. Fue lidiado de trámite para el caso y sin apenas nada que resaltar. Como también la postrera faena pese a lo que a Román le animaron sus paisanos. Acabó con el toro y con la tarde de pinchazo, estocada, cuatro descabellos y con más pena que gloria.

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