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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 3 de marzo de 2015

Elogio de Franco / Por Enrique de Diego.


Franco, aclamado en la plaza de toros de Barcelona en 1951.


"...Y aquella España de progreso e ilusión fue la obra, la emanación de un gran hombre, de un gran militar, de un estadista irrepetible que hizo de su vida una entrega al servicio de España de los españoles. Sin duda, el estadista, el jefe del Estado más exitoso del siglo XX. Por todo ello, agradecido, rubrico este elogio merecido..."


Elogio de Franco

Este texto está escrito desde la nostalgia, por supuesto, pero sobre todo desde el sentido de la justicia a la historia reciente de España ocultada y presentada con groseras manipulaciones a las nuevas generaciones, hasta mostrar una mera caricatura.

Nací en 1956, así que mi infancia, mi adolescencia y parte de mi juventud transcurrieron bajo la dictadura de Franco. Una dictadura bien curiosa pues había mucha más libertad que ahora, donde para cada paso que das precisas una autorización y pagar un impuesto, y donde las dotaciones policiales eran mucho más pequeñas que ahora.

A esa España suelen referirse como “la España de blanco y negro”, y lo único que era en blanco y negro era la televisión, por cierto de muchísima más calidad que la actual, con unos programas exquisitos de teatro o de auténtica erudición y pasión cinéfilas. Esa España era infinítamente más luminosa que cualquier etapa de esta mierdocracia, donde el paisaje insufrible y degradante es de una exacerbada exaltación de la mediocridad y de una corrupción avariciosa irrestricta.
  • Una España mandada por Santiago Carrillo y Pasionaria hubiera sido un mar de sangre
El detonante de este artículo es la visión familiar del capítulo sobre Franco de la serie producida, bastante pasable, por TVE, “Memoria de España”. Salvo una exageración respecto a la oposición a Franco, relativamente aséptica: dos huelgas generales, que fracasaron, el tiroteo universitario de 1959, la infiltración comunista de Comisiones Obreras que nació falangista obrerista, algunas algaradas universitarias en el tramo final, de comunistas que nunca abrieron un libro y que terminaron recalando en el PSOE para vivir del Presupuesto.

Dejo al margen la represión y las depuraciones de posguerra, tras la cruentas guerra civil. Es una etapa que no viví y sólo conozco por los libros y por testimonios orales. Si hubiera ganado la República, que ya era bolchevique, hubiera habido una masacre que cuesta incluso imaginar, pues no sólo hubieran sido asesinados los nacionales, todos los curas y monjas, todos los falangistas y requetés, sino también los republicanos: Manuel Azaña le dijo a Claudio Sánchez Albornoz que si ganaba la República “a los primeros que nos fusilarían sería a los republicanos”. A los segundos, a los anarquistas. A los del POUM ya los habían asesinado. Luego, a los socialistas. Una España mandada por patentes asesinos como Santiago Carrillo y Pasionaria hubiera sido un mar de sangre.
  • Una España con alegría de vivir y grandes personalidades
La España que yo conocí tenía una gran alegría de vivir y un alto nivel profesional y moral. No ha habido ni hay nadie en esta mierdocracia lacerante que llegue a las suelas de los zapatos a personalidades del nivel de Luis Carrero Blanco, Alberto Ullastres, Laureano López Rodó, José Antonio Girón de Velasco, Gonzalo Fernández de la Mora, José Utrera Molina, Manuel Lora Tamayo, José Ibáñez Martín y muchos más. Cierto, que en el tardofranquismo ya se estaban produciendo mediocridades incompetentes, trepas insustanciales como Adolfo Suárez o Rodolfo Martín Villa, que tanto daño harían después a España, pero entonces eran segundones y tiralevitas.

Era una España de gente responsable, en la que valía la palabra dada y el compromiso, y en la que había decencia y respeto, dos cuestiones que ahora brillan por su ausencia. Se rendía culto a la honradez y se valoraba el mérito. Los jóvenes de entonces, siempre respetuosos de nuestros padres que nos animaban a llegar más lejos que ellos, teníamos el horizonte abierto a nuestro talento y a nuestro esfuerzo. Era una España optimista, que se industrializaba, que crecía: una media del 7% desde 1959 y algunos años el 12%, cuando ahora crecer el 0,5 se considera una proeza y nadie se cree la estadísticas de estos mentirosos.
  • Franco o la vocación de servicio
En el capítulo citado, se reproducen unas declaraciones o mensaje de Franco. Dice, más o menos, que desde joven recayeron sobre él más responsabilidades que las lógicas para su edad y para su cargo, que le hubiera gustado hacer muchas otras cosas, distintas, pero que su vida estaba marcada por el servicio a España. Un gran hombre. A Franco le abrumaba el poder, no lo disfrutaba, se consideraba un centinela en vigilia.

De una honradez acrisolada. Con toda la mierda que estos mierdas mediocres y trincones han echado durante cuatro décadas contra Franco no han sido capaces de airear ni el menor atisbo de corrupción. Gonzalo Fernández de la Mora cuenta en sus memorias una anécdota bien significativa: le informaba de que se iban a poner en marcha dos ciudades de expansión de Madrid: el actual Tres Cantos y Navalcarnero. Franco le dijo que Navalcarnero, no, porque él tenía allí tierras. Ahora cualquiera pepero o cualquier socialista hubiera puesto el proyecto en su finca o hubiera trasvasado información privilegiada para que comprara las tierra un empresario chorizo amigo.
  • El franquismo fue una etapa de honradez
Honrado a carta cabal y como emanación de esa ejemplaridad, el franquismo fue una etapa de honradez. Sólo hubo un caso de estafa, el caso Matesa, y no de corrupción, pues los políticos no se quedaron ni con una peseta, sino que Vila Reyes se quedó con subvenciones. Ahora en cualquier pueblucho de España hay casos mucho más sangrantes en los que roban los políticos de todos los partidos en comandita.

Los alcaldes eran honradísimos, los presidentes de Diputación honradísimos, los gobernadores honradísimos. He conocido a algunos de los primeros, como Pedro Zaragoza, falangista, el alcalde que puso a Benidorm en el mapa del turismo mundial, desde un pueblucho de pescadores y agricultores, con playas vírgenes. Perdió dinero. Imaginen ustedes que los políticos del PP y del PSOE hubieran cogido un Benidorm así…lo que hubieran trincado. También a Agatángelo Soler, el gran alcalde de alcalde, otro falangista, que hizo la Explanada de España. Cada Navidad, ponía en la puerta de su casa a un policía municipal para impedir que le llegaran regalos. ¡Qué diferencia con los alcaldes actuales que llegaron con una mano delante y otra detrás y pronto nadaban en la abundancia!
  • Una España mucho más libre que la de ahora
Sí, con Franco se vivía mucho mejor. Hubo hambre en la postguerra porque era postguerra, ahora hay hambre porque han robado todos a manos llenas. Con Franco había Cajas de Ahorro y nadie robaba ni se le pasaba tener tarjetas black como los amigos de Aznar. No había sobres en negro para los ministros. Había pocos políticos, pocos funcionarios, de carrera y oposición, y bajos impuestos. No había ni impuestos, propiamente y la gente podía salir adelante, sin la opresión funcionarial. Era España, reitero, más libre, mucho más libre y, por supuesto, mucho más alegre. Esta es la que es una España oscura y triste, sin referencias morales, llena de trepas y estafadores, de vulgares chorizos, del Borbón abajo todos, incluyendo a ese canallita incompetente de Rajoy que recibía los sobres en el despacho ministerial dentro de cajas de puros habanos. Aquella era una España de gente decente; esta es una España de gentuza. Aquella era una España que producía orgullo; esta España produce vergüenza.
  • Un estadista irrepetible
Y aquella España de progreso e ilusión fue la obra, la emanación de un gran hombre, de un gran militar, de un estadista irrepetible que hizo de su vida una entrega al servicio de España de los españoles. Sin duda, el estadista, el jefe del Estado más exitoso del siglo XX. Por todo ello, agradecido, rubrico este elogio merecido.

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