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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 7 de marzo de 2015

MÉRIDA CTM: DISQUISICIONES CUALITATIVAS Y DE NUMEROLOGÍA. / por Eduardo Soto



"...Analicemos, por ejemplo, un Palco en el que aparecen siete personas: el Presidente de la CTM, sus cuatro Vocales, más dos Asesores: el técnico y el veterinario. Son siete taurinos versados pero que pueden tener y seguramente a veces tienen, distintos matices, para no decir opiniones encontradas, al juzgar los méritos de una faena o el comportamiento de un determinado toro..."


CTM: DISQUISICIONES CUALITATIVAS Y DE NUMEROLOGÍA. 

Eduardo Soto
Mérida, 06/02/2015
De cuando en vez, quizás una por Cuaresma, nos asalta la idea, típica de las post ferias, de cómo asegurar el mejor desenvolvimiento de las corridas de toros, para que el espectáculo no decaiga y brille en todo su esplendor. Taurinos de mucho fuste dirán de inmediato que la presencia impecable del Rey de la Fiesta es el componente esencial y que sin buenos toros no hay espectáculo que valga. Otros afirmarán con vehemencia que sin buenos toreros no hay mayor lucimiento posible.

Así pues, en un largo debatir, se van consumiendo alegremente las veladas de los aficionados, que para prolongarlas lo más posible, nunca se ponen de acuerdo. La verdad es que ambos componentes de la Fiesta son esenciales, pero quizás uno más esencial que otro.

Como quiera que el asunto sea, voy a vencer el temor reverencial y atreverme a hacer más bien algunos comentarios sobre un tercer elemento: la autoridad de las corridas de toros y cómo mejorar el desempeño de las Comisiones Taurinas Municipales. 

Para entrar en materia, (a riesgo de causar escozor en la sensible epidermis de algunos lectores con tiempo suficiente para seguir con estas disquisiciones), se podría comenzar por intentar reducir el número de personas presentes en el Palco Presidencial de la Plaza que se trate, para evitar cualquier posible entorpecimiento en la toma de decisiones que desde allí se emiten.

Analicemos, por ejemplo, un Palco en el que aparecen siete personas: el Presidente de la CTM, sus cuatro Vocales, más dos Asesores: el técnico y el veterinario. Son siete taurinos versados pero que pueden tener y seguramente a veces tienen, distintos matices, para no decir opiniones encontradas, al juzgar los méritos de una faena o el comportamiento de un determinado toro. Como hay necesidad de pronunciarse con rapidez, pudiera ser que puntos de vista contrastantes influyeran en el ánimo del Presidente, dificultando la acertada toma inmediata de decisiones, de las cuales es, en definitiva, principal responsable, portavoz público y blanco favorito de los insultos y diatribas que puedan acarrear.

Parecería aconsejable entonces contar con un Palco de menor densidad demográfica. Podríamos debatir sobre el número ideal de personas, pero quizás estaríamos de acuerdo, por las razones señaladas en el párrafo anterior, en que fuera menor de siete y, en tal caso, me permito proponer que solo tres personas estén presentes en el Palco Presidencial.

El Presidente, aficionado de gran rodaje que ha alcanzado su madurez viendo corridas de toros; el Asesor Técnico, también taurino veterano o, quizás, un diestro en retiro con suficiente nivel, cuyo antigua práctica le permite percibir detalles de la lidia que escapan al común de los aficionados; y el Asesor Veterinario, con experiencia suficiente para que salga airoso de los retos que a veces presentan toros, ganaderos, apoderados y empresarios.

Si hasta aquí estamos de acuerdo, no parecería existir obstáculo racional para que los tres presentes en el Palco sean también Miembros de la Comisión Taurina, únicos miembros en una suerte de triunvirato, que pudieran rotarse la Presidencia entre ellos, por cuanto sus respectivas experiencias y pericias individuales se refuerzan mutuamente y, en conjunto, engloban los conocimientos necesarios que asegurarían el éxito en la conducción de un festejo taurino. Por supuesto que solo el Santo Padre es infalible, aunque muchos dudan que ser humano alguno pueda estar exento de cometer errores.

Una CTM concebida en esta forma, contaría, al igual de lo que existe ahora en muchas partes, con el apoyo de un Secretario y del equipo que estime conveniente para su mejor funcionamiento. Este equipo auxiliar dependerá exclusivamente de la Comisión, responderá ante ella y será de su libre elección y remoción.

Sin embargo, muchos seguirán aferrándose, a pesar de todo, a una CTM con cinco miembros y a siete personas en el Palco Presidencial. Es bueno recordar entonces que en plazas importantes de España y México, principales países taurinos del mundo, la autoridad del Festejo la aseguran tres personas: el Presidente o Juez de Plaza, según sea el caso, y dos asesores: el técnico y el veterinario. Incluso a veces solo uno de ellos, en este caso el Palco presidencial es habitado únicamente por dos personas el Presidente y el asesor veterinario, puesto que la calidad excepcional como aficionado taurino del que preside hace redundante la presencia del asesor técnico. También existen casos como el de Bilbao, donde la Presidencia ha sido ejercida, durante más de veinte años de manera ininterrumpida, por un gallego en tierras vascas, quien ha sido el responsable de mantener muy en alto el listón que hace de las negruzcas arenas del coso de Vista Alegre una de las primeras y más serias plazas del orbe taurino y de la Semana Grande de Bilbao una de las ferias de mayor prestigio y categoría.

Como puede observarse, no hay nada sacrosanto en la composición de las Comisiones Taurinas ni en la forma de conducir los festejos. Sin embargo, es necesario reconocer que cinco es el número de miembros más usado en las Comisiones que dirigen las principales plazas de toros a nivel nacional, aunque, hasta ahora, con más que vario pinto resultado. En todo caso, si se llega a la conclusión que es aconsejable producir un cambio en la membresía de las CTM, todavía se necesita que las autoridades municipales superen una gravosa carga inercial, puesto que cualquier cambio en la conformación pentagonal de las comisiones taurinas implicaría reforma estatutaria, lo que a su vez repercutiría en el septeto que en nuestro ejemplo copa el Palco Presidencial.

Como no se me ocurren argumentos de fondo adicionales a favor de la causa tripartita, solo me queda recurrir al humor que a veces asombra con su poder de convencimiento. Me viene entonces al espíritu que algunos consideran el siete número de suerte, aunque siete fueron las plagas de Egipto y siete son los pecados capitales. Por el contrario, tres son las Divinas Personas, tres los Mosqueteros y tres los tercios de la lidia, si bien algunos aficionados iconoclastas empiezan a decir que son cuatro, como los Mosqueteros, al contar con perfil propio la faena de capa, a pesar de que pueda efectuarse intercalada con el tercio de varas. Por si fuera poco, la magia del número tres termina por consagrase en la coplilla popular que reza: Tres tiempos tiene el vivir, Como tres tiene el torear, Parar, templar y mandar, Nacer, crecer y morir. 

Por otro lado, como los Alcaldes, de quienes depende la composición de las Comisiones Taurinas, generalmente tienen compromisos políticos cuyo cumplimiento es aconsejable atender, se podría utilizar, o seguir haciéndolo donde ya exista, la figura de Delegados Taurinos, en número tal que les permita satisfacer esas necesidades. Su función sería seguir de cerca el trabajo de las Comisiones y servir, desde el numerado o los tendidos, de caja de resonancia del eco público que haya merecido sus actuaciones, elementos que unidos a las propias opiniones de los Delegados, facilitaría a la primera autoridad municipal calibrar el desempeño de la CTM y tomar las decisiones correspondientes.

¿Valdría la pena intentar un enfoque tripartito en la composición de Las Comisiones Taurinas Municipales?

Ahí les dejo esa inquietud.

Para el infrascrito en todo caso, independientemente de la suerte que corran, valió la pena el esfuerzo de redactar estas líneas.

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Eduardo Soto Álvarez, nacido en la taurinísima Tovar, es un preclaro y entusiasta aficionado, y emérito Embajador de Venezuela.

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