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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 23 de noviembre de 2015

CONFIRMADO: SUCEDIÓ EN LA MÉXICO / por Antolín Castro


Verdad, pureza, autenticidad... eso lleva de nuevo a Urdiales a La México


"...Confirmado queda lo que unos pocos llevamos diciendo desde hace mucho tiempo y unos muchos desde hace un rato. Nada ha cambiado en la forma de interpretar el toreo de Urdiales, pero son demasiados los que necesitan de triunfos sonados, -Bilbao en el caso que nos ocupa- para darle valor..."


CONFIRMADO: 
SUCEDIÓ EN LA MÉXICO

La confirmación nos llegó desde México la pasada semana. Podemos decir que se ha confirmado plenamente: Urdiales es un diestro que desprende el aroma a torero que gusta a todos los aficionados, sean de un lado u otro del charco.

Ni es casualidad ni puede serlo, es toda una causalidad. Una causa ganada por un torero riojano para y por el toreo puro y la verdad. La mediocridad se abre paso a empujones, necesita poca fragua. La autenticidad, precisamente por serlo, necesita de tiempo, de ese poso, de esa lluvia fina que vaya mojándonos a todos. Una vez ablandada la dura corteza, que forma siempre el conformismo, la penetración de la verdad se abre paso dando luz donde antes solo había oscuridad.

Así es el toreo de Diego Urdiales, penetra. No necesitábamos muchos esa confirmación, pero era necesaria para otros además de inevitable. México se pone del lado de lo bueno, de lo mejor. Ha bastado con llegar a pisar la arena de su gran plaza una sola vez y ya están de acuerdo con lo que desde España y Francia se les venía diciendo. Diego Urdiales no es igual y su toreo tampoco.

Confirmado queda lo que unos pocos llevamos diciendo desde hace mucho tiempo y unos muchos desde hace un rato. Nada ha cambiado en la forma de interpretar el toreo de Urdiales, pero son demasiados los que necesitan de triunfos sonados, -Bilbao en el caso que nos ocupa- para darle valor. ¿Como si para saber lo bien que torea el de Arnedo hiciera falta verle con orejas en la mano? México no le ha visto con orejas en la mano y ya saben perfectamente quién es.

Esa es la diferencia, que no debería modificarse, unos para que les valore el público en general precisan de llevar ‘pelo’ siempre entre sus manos; para otros, lo que hay que valorar es que en sus manos lleven la sensibilidad y la verdad del toreo. Es solo un matiz pero que lo dice todo. Curro Romero, quién se declara partidario del riojano, no necesitó para adquirir su cetro el ser portador de orejas. Es más, las veces que las obtuvo, delicadamente las apartó de sus manos. 

El toreo, el de verdad, es un milagro que sucede entre un toro y un torero, y no precisa de trofeos. Antes de que la afición los solicite el milagro ya ha sucedido. El torero es el artífice del milagro no los pañuelos del público ni los del presidente. Recordemos que en Bilbao el presidente sacó ambos pañuelos como bendición al milagro y no como fruto de la demanda de la gente. 

El milagro del toreo -hablamos siempre del auténtico toreo- no llega con las orejas ni con las salidas a hombros, llega con el ritmo, con el pulso sentido del corazón de un torero. En el fútbol es el gol y no el juego el que marca el resultado de un partido, en el toreo los ‘goles’ son esa parte de la obra del torero que te alcanza de lleno en el corazón dejándote huella. 

Confirmado: Sucedió en La México. Tan rotunda fue esa confirmación de que era verdad lo que de Urdiales veníamos contando, -muy pocos, eso sí- desde hace mucho tiempo, que el domingo venidero de nuevo le verán hacer el paseíllo en su plaza. Eso se llama entrar en la Temporada Grande por derecho propio. 

Queda claro, no han hecho falta las orejas. La verdad, la pureza, el toreo auténtico de Urdiales abrieron las aguas y lo inundó todo.

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