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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 1 de mayo de 2016

'Memorias de un torero gallego' / Hilario Taboada


Prólogo de Fernando Claramunt López
-Editorial Egartorre-


Hilario Taboada es auténtico, no hay intermediario ninguno entre su yo y nuestro Yo. Se atreve a relatar esa segunda mitad de su vida, las etapas que llevan al otoño y al invierno de la propia existencia. Tal vez cueste comprender hoy su España, los trozos de ella, que él ha vivido y cuenta con toques zuloaguescos, valleinclanescos, y hasta barojianos. describe larga décadas de su vividura taurina y postaurina. Los lectores más jóvenes, se pueden preguntar cual de sus Españas fue o es más esperpéntica. Un motivo más para entrar en el hondón de este apasionante y apasionado libro.

Fernando Claramunt López


Hilario Taboada 

'Memorias 
de un torero gallego'

Hilario, su autor, nos hace retroceder en el tiempo a través de su mirada, los recuerdos más tiernos de un rapaz de aldea. Evoca un mundo rural de mas de cincuenta años, hoy desaparecido, que solo los más ancianos, tapándose la cara con los manos podrían revivir.

A través de sus páginas va desgranando la vida cotidiana en una pequeña aldea de su tierra natal, en plena posguerra española. Con su estilo, sencillo y ameno, nos transporta a épocas pasadas, viviendo los medios tecnológicos actuales y la vorágine en la que vivimos.

Es también un libro de toros, porque hace un repaso de la tauromaquia gallega, profesión a la que dedicó doce años de su vida, representándola en todo su orbe. Su relato taurino es el hilo conductor de esta apasionada historia con que vivió su vida, y particularmente su profesión torera.

Paralelamente a su autobiografía afloran transparentes los diverso aspectos de nuestra idiosincracia popular que la generaciones venideras no pueden desconocer, ni tampoco ignorar.


´Progresé viajando con maletilla y en las perreras de los trenes´

"Al ser hijo de un labrador de una parroquia de Arzúa tenía la necesidad de hacer algo extraordinario para romper con lo que a mí me podía esperar".

La vocación es algo que brota, y a veces no se sabe muy bien por qué. debuté en Noia, en 1961, y allí empecé. Fue una sensación, porque yo sabía torear de salón y apliqué, con toda la inocencia que yo tenía, lo que conocía del toreo de salón al novillo. Salió todo perfecto, de casualidad posiblemente, pero me fueron bien las cosas. Toreé por toda España y en varios países de América. Mis inicios en Galicia tuvieron poca continuidad y me fui a Valencia. Yo me hice torero en Valencia, hasta el punto de que en un momento dado me anunciaban en los carteles como gallego-valenciano.
En Valencia fue además mi debut con picadores. La corrida que más recuerdo, el mayor triunfo que yo tuve, fue en un pueblo de Valencia que se llama Algemesí. Corté dos orejas, rabo y pata. Ahora está prohibido conceder una pata, pero entonces se concedía cuando la faena era extraordinaria.... 










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