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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 13 de agosto de 2016

Adiós a tres mosqueteros / por Ricardo Díaz-Manresa


"...El destino se quiso llevar en julio a Víctor Puerto y la ley de vida a Canito, Fermín Bohórquez y Miguel Flores. Tres mosqueteros del toreo. Fotógrafo y rejoneador se fueron un día de los últimos de julio y el extorero, apoderado y poeta , a la vez, en los principios de agosto. Los tres muy sentidos por el toreo y muy cantados. Y muy justamente..."

Adiós a tres mosqueteros

El destino se quiso llevar en julio a Víctor Puerto y la ley de vida a Canito, Fermín Bohórquez y Miguel Flores. Tres mosqueteros del toreo. Fotógrafo y rejoneador se fueron un día de los últimos de julio y el extorero, apoderado y poeta , a la vez, en los principios de agosto. Los tres muy sentidos por el toreo y muy cantados. Y muy justamente.

Es la primera ocasión en la que tengo que escribir de tres enamorados del toreo en el mismo artículo porque –prácticamente- se fueron juntos. Los tres con personalidad y los tres con lo que les unía y muchísimo : el toro. Pero con biografías y vidas totalmente distintas, sin embargo –y es la casualidad o no- las tres juntas soldando un mismo edificio. Cano, el primero en desfilar, con una vida que ansiaba objetivos y en la que la primera parte hizo de todo con afán de llegar a ser algo y llegó. La suerte le vino a ver con Manolete pero él se había trabajado el posible éxito mucho antes. Y, desde aquel día de Linares con la tragedia del Monstruo de Córdoba, Cano entró en la fama…de la que ya no se bajó nunca con tu tesón y sus ganas de que nadie le quitara el sitio. Y así hasta los 102…menos el último que ya no podía desde su percance en Bilbao.
Con mucho humor siempre y con un sentido práctico envidiable y con una enorme simpatía, supo introducirse en todos los círculos de famosos durante la dolce vita de los 50-70. Y se convirtió de posible espectador a un actor, como ellos, del grupo. Admitido y querido.

Y después, año tras año, en todas las ferias, con su famosa gorrita blanca, la famosa del toreo, recordando su edad, saliendo el primero a la arena a ese primer paseíllo de la fotografía…Y llegaron los 70, los 80, los 90 y los 100…Y ahí seguía quizá en el primer caso de un fotógrafo centenario trabajando cada tarde.

Cano, Canito siempre, con el apellido como marca de la casa.
Él, de Alicante. Yo, de Cartagena. Los dos levantinos y mediterráneos y de poblaciones cercanas con mucho en común nos entendíamos muy bien y recordábamos nuestra tierra.

¿Su secreto? Se lo preguntaron en televisión para que descubriera el misterio y la fórmula para ser tan viejo de edad y tan joven de espíritu y lo dijo : Comer poco y, de lo otro, mucho. Y añadió que todavía se le iban pocas vivas.

Hombre con personalidad, como Fermín Bohórquez, como Miguel Flores, con ese carisma que ahora tanto echamos de menos en una sociedad adocenada. Cada uno en lo suyo estos tres, con actividades muy diferentes, pero mandando romana. Poder y profesionalidad. Y hasta autoridad.

Igual que Fermín, de otra España y otra sociedad que la de Cano, pero luchando por lo mismo : el toro y el toreo. Buen rejoneador y gran ganadero. Caballero durante muchos años en los ruedos compitiendo con los grandes como los Peralta sobre todo hasta que llegó la revolución de los portugueses y de Hermoso. Muy querido, muy apasionado, muy aplaudido, muy personal, muy español y muy clásico. Por lo tanto, muy recordado ahora y lo será durante mucho tiempo.

Uno rejoneando y criando toros en su Andalucía del alma y el otro fotografiándolo para la inmortalidad. Fermín con la base heredada para triunfar en la vida y mantener la hacienda (y ampliarla) y seguir prestigiando nombre y apellido y Paco Cano luchando desde el principio para sacar la cabeza en la vida. Los dos triunfadores y reconocidos.

Igual que Miguel Flores, desde sus inicios de novillero soñador de arte y teniendo que trabajarse el destino cada día y en cada profesión como Paco Cano. Y tener que dejar su sueño de torero pero creando soñadores que le hartaran el alma de alegría. Buen hombre de negocios se fijó en los llamados artistas y hasta descubrió y llevó a la alternativa a Morante como santo y seña de cuál era su programa taurino.

Me da la impresión de que parte del dinero de los negocios se lo dejó en el toreo y en sus toreros. Porque lo primero que fue, y quizá lo único, aficionado cabal. Un caso de bohemia, de generosidad, de lanzador de buenos toreros que le hicieran disfrutar a los demás y, naturalmente, a él. No pensó -lo dicen sus amigos- en la rentabilidad millonaria de sus toreros sino en soñar, y en trabajar para descubrir, y en sufrir porque no rompían y en gozar cuando lo hacían. Disfrutó más con el toreo en general, creo, que con los toreros a los que ayudó. Siempre buscando y descubriendo nuevas esperanzas. Un quijote.

Como en su cabeza de poeta, en su amabilidad de buena persona, siempre con una bonita palabra en su boca, en su apasionada manera de recitar, en su mágica creación de versos –taurinos, naturalmente- y en su manera de disfrutar la vida. Otra figura.

Casi nadie sabía que se llamaba Miguel Florentino Pérez Flores. Muchos lo hemos descubierto con su muerte y hemos visto que desde su nacimiento llevaba la poesía y la música en su alma también flamenca como puro andaluz. Flor de nombre y apellido.

Los tres, mosqueteros del toreo y de una vida apasionada, admiradores y forjadores de unos objetivos. Tres luchadores. Y tres triunfadores.

Que podamos decir lo mismo de todos los lectores de este artículo siguiendo el ejemplo, de Cano, Fermín y Miguel Florentino.

Los mosqueteros franceses defendían con su alma y su vida a su Rey igual que nuestros amigos fallecidos lo hicieron con su otro Rey : el toreo.

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