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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 26 de septiembre de 2016

Algemesí, siempre / por Enrique Amat



"...Lo cierto es que fue todo un privilegio volver a pisar las calles de esta ciudad ribereña. Disfrutar del ambiente de un pueblo volcado en la fiesta de los toros. Y ver la alegría en las calles, en las plazas y las peñas..."

Algemesí, siempre

Llega el otoño, y con él de la mano comienza la feria de las novilladas de Algemesí. Un ciclo ejemplar, todo un lujo para los aficionados y un ejemplo a seguir.

Lo cierto es que fue todo un privilegio volver a pisar las calles de esta ciudad ribereña. Disfrutar del ambiente de un pueblo volcado en la fiesta de los toros. Y ver la alegría en las calles, en las plazas y las peñas.

En la cartelería, como siempre, nueve novilladas con hierros de prestigio y la presencia de los espadas más encopetados del escalafón. Poco más se puede pedir. Una feria cuya organización corre a cargo de la comisión taurina local, y que se sufraga con el dinero obtenido en la subasta de los cadafales que conforman el recinto taurómaco. Sin taurinos de por medio, sin componendas, sin “treintaytreses” ni zarandajas por el estilo.

Se inauguró la feria con sol, calor en lo climatológico y más calor todavía en los distintos cadafales que conforman el singular palenque algemesinense.

Antes del festejo, para estirar las piernas, un paseo por la ciudad. Con la oportunidad de volver a saludar a los amigos de Algemesí, Todo ello, acompañado de un “cremaet” en el Reviejo, un rocafull en el Casino y la visita a entrañables peñas como Kasidebaes y Pataes L’ Hem Errat. Y luego, el desfile de la banda de música hasta el coso.

La plaza hasta la bandera. El tendido de los sastres de los edificios colindantes, también con sus ventanas y balconadas colmadas de aficionados. El palco presidencial, situado en el balcón del ayuntamiento, repleto asimismo de gente y con la alcaldesa Marta Trenzano presidiendo, como es tradicional, el festejo de apertura del serial. Y en una esquina de la balconada consistorial, Carlos Bueno retransmitiendo el festejo para Berca TV.

Una hora antes de la novillada, los antitaurinos se concentraban en la escalera de la estación del ferrocarril, peparando su actuación. Muy transparentes ellos, muy sostenibles y movilizados, muy inclusivos ellos. Más sectarios que democráticos, eso sí. Menos más que un buen número de tanquetas de la policía nacional estaban prestas para mantener el orden. Y defender el interés de los aficionados.

Por Algemesí se dejaron ver el matador de toros David Esteve, quien viene de triunfar en cinco corridas en Perú. Estaba acompañado por Maria Morillas, la torera de la tierra. Y otro torero local, Juan Alberto, en su cadafal, sin olvidar a Tico Esteve, ilustre aficionado práctico. Vicente Ruíz Soro en el palco presidencial, aunque bajó a la arena a recibir el brindis de la rejoneadora Ana Rita. Por su parte, Rafael González hizo lo propio con niño Adrián, quien protagonizará el festival del próximo día ocho en Valencia.

El hoy banderillero Javier Rodríguez se dejó ver en el Cadafal de la comisión, al igual que el novillero Santiago Sevilla. El matador de toros Curro Durán, padre del novillero del mismo nombre quien esta tarde actúa en Algemesí, paseaba con Jorge Galvis de la comisión taurina. Y banderillero César Fernández se dejaba ver, recuperado de la cornada sufrida en Riaza la semana pasada.

Y cuando en el reloj de la basílica de San Jaime, sonaron las campanadas de las cinco y media de la tarde, dio comienzo el festejo y la feria. Su resultado se lo cuentan en estas mismas páginas.

Sólo decir que el sobresaliente este año es un novillero llamado Sergio Salas y que luce el singular apodo de El Pijorro. Viene de Sanlúcar de Barrameda y hace tres años debutó en Madrid. Alto y delgado, anduvo oportuno en los quites de peligro

Y el subalterno que hizo de tercero en la cuadrilla de Navas, un coletudo orondo, jacarandoso y pinturero, comunicativo y simpático, se lució al banderillear y al apuntillar, y le ovacionaron con fuerza. Lo cierto es que estuvo bien, pero hay que ver cómo vendió la mercancía.

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