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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 13 de diciembre de 2016

QUITO. Huagrahuasi está de luto, ha muerto don Marcelo/ por Juan Lamarca



La Casa del Toro -es el significado de Huagrahuasi- ha abierto su puerta para que se escape al cielo sobre los cerros andinos el alma de don Marcelo Cobo.


Juan Lamarca
Madrid, 13 de Diciembre de 2016.
La Casa del Toro -es el significado de Huagrahuasi- ha abierto su puerta para que se escape al cielo sobre los cerros andinos el alma de don Marcelo Cobo.

Ha sido hoy -martes y 13- cuando su dura y larga pelea con el marrajo que le soltaron al ruedo de su existencia ha tocado su fín. Se nos fue don Marcelo a sus 89 años, y con él una leyenda del Ecuador; un auténtico paradigma del señorío a lomos de su amor familiar y pasión por el toro.
Sí, la Casa del Toro que don Marcelo la hizo la Casa de Todos para ejemplo de su hospitalaria caballerosidad. Fue en Huagrahuasi donde, con su hermano don Carlos Manuel, fue echando la simiente de una próspera cabaña brava ecuatoriana, que ha sido y es base y soporte de la fiesta brava en Ecuador, labor continuada por el querido hijo de don Marcelo, José Luis Cobo, que tomara luego el testigo de la continuidad haciendo honor a su noble estirpe.

Eran tiempos de esplendor para la ciudad de Quito con su gran feria de Jesús del Gran Poder, comandada por otro caballero. el español don Pablo Martín Berrocal - casi tres décadas ya...- cuando el prestigio de don Marcelo y su ganadería junto con la maestría empresarial de don Pablo catapultaban el abono de Iñaquito a la cima de las mejores ferias americanas. No faltaba la noble competencia ganadera de otro gigante como don Saúl Montenegro, también pionero con su ibanes de Santa Rosa, y bastión igualmente de la "Jesús del Gran Poder". 
Ahora ya, don Marcelo y don Saúl, podrán seguir en el gran ruedo celestial con sus divertidas discusiones de antaño. Qué gusto daba verles fajarse entre ambos con aquella gracia y donaire, y de paso ofrecían sin querer una lección de tauromaquia.

Eran los tiempos en los que un joven matador, José Luis Cobo, competía con la grandes figuras españolas en las solicitadas corridas de la casa, la de don Marcelo, los toros de Huagrahuasi. Añorados años donde la cortesía quiteña adobaba la grandeza del noble espíritu ecuatoriano en favor de los que llegábamos expectantes y ansiosos a aquellas, para nuestra bisoñez, nuevas tierras en un marco de grandeza taurina en el que don Marcelo y su familia emergían majestuosos para cincelarnos sobre el alma el más puro sentido de amistad, y ahí quedó a través del tiempo, indeleble, y aquí brota ahora con profunda emoción al conocer su partida de este mundo con el recuerdo de don Marcelo y de su apenada familia, su adorable viuda, María Judhit, sus hijos José Luis, María del Carmen y Marcela. Una amplia familia de hermanos sobrinos y nietos que siempre lo veneró en su carácter patriarcal, y a cuyo tronco se unió la buena reata de los Donoso, Quiroz, Sudario, Guarderas, y Pérez.

Vaya para todos ellos mi sentimiento de profundo pesar por tan sensible pérdida, y mi cristiana oración por el alma de don Marcelo Cobo Sevilla.

Que Dios lo tenga en su gloria.

José Luis Cobo, su sobrina Carolina Guarderas, y Dª María Judhit, señora de don Marcelo Cobo.

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