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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 16 de marzo de 2017

CAMBIAR O MORIR… O MORIR POR CAMBIAR / por Antolín Castro






Es en este asunto del toro donde más empeño ponen en cambiar, si bien parece que el camino escogido es el de morir, aunque sea de cierto éxito. El toro debe conservar sus virtudes y defectos consustanciales al toro bravo para que los toreros puedan aplicar su técnica y su arte, pero regalar las embestidas antes del paseíllo no parece que nos esté conduciendo a vivir de ese cambio; muy al contrario, languidece la Fiesta por muchos indultos y orejas que se concedan. 


CAMBIAR O MORIR… O MORIR POR CAMBIAR


España
En muchos aspectos de la vida se suele aplicar ese dicho: ‘Cambiar o morir’. Y la realidad es que es así para muchísimas cosas. Otra cosa muy distinta es que lo sea para todo. Hay que andarse con cuidado con esto, pues se puede morir también por cambiar lo que es ley o costumbre durante años, incluso siglos.

Mismamente el toreo. Veamos que El Cordobés, el auténtico Benítez, puede ser el que más cambió las formas de torear en los sesenta y setenta del siglo pasado. A él si le cambió la vida, ya que se hizo multimillonario, pero nada cambió para el toreo porque sus formas, tras vanos intentos de otros espadas, quedaron solamente en el recuerdo. No cambió la ortodoxia del toreo, simplemente Benítez hizo de la heterodoxia su modus vivendi, solo el suyo.

Es cierto que son muchos los que intentan cambiar el tipo de toro para mayor satisfacción de los toreros actuales, cosa que les da réditos sustanciosos, pero después llega Victorino con su ‘Cobradiezmos’ y vuelve a poner las cosas en su sitio. 

Es en este asunto del toro donde más empeño ponen en cambiar, si bien parece que el camino escogido es el de morir, aunque sea de cierto éxito. El toro debe conservar sus virtudes y defectos consustanciales al toro bravo para que los toreros puedan aplicar su técnica y su arte, pero regalar las embestidas antes del paseíllo no parece que nos esté conduciendo a vivir de ese cambio; muy al contrario, languidece la Fiesta por muchos indultos y orejas que se concedan. Repito lo de Cobradiezmos, que puso a todos de acuerdo, no hay que cambiar determinadas cosas en la crianza del toro.

Tampoco parece muy acertado cambiar y morir de éxito en la presentación de San Isidro. Las formas elegidas ponen de acuerdo a los presentes y evitan ruedas de prensa con preguntas no deseadas, pero faltar al compromiso con la prensa es vulnerar la esencia de la información taurina. De otra forma se entera el público de que hay feria, pero tras el glamour qué nos queda. 

Cambiar es bueno si en el objetivo está el no cambiar la ortodoxia y los compromisos correspondientes, cambiar por darle la vuelta al calcetín, simplemente porque sí, puede resultar nocivo, más en una Fiesta donde la tradición tiene un peso más allá de las modas o las apariencias mediáticas. Recordemos que en otras épocas no existía ni la televisión y las plazas se llenaban de aficionados para ver a los toreros del momento. 

Si la Fiesta se convierte solo en un espectáculo con toreros con pajarita, la realidad que es tozuda, hará que lo que de verdad lleva a admirarles es verles con el traje de luces, ante el toro íntegro y ejecutando el toreo auténtico. No haría falta verles antes, si siguen siendo héroes ante los toros.

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