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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 16 de mayo de 2018

JOSELITO: 15 Y 16 DE MAYO DE 1920 / por José María Sánchez Martínez-Rivero





JOSELITO: 15 Y 16 DE MAYO DE 1920

José María Sánchez Martínez-Rivero


Muy conocida, entre los aficionados, es la historia taurina del día 16 de mayo de 1920 en la que un toro de la viuda de Ortega, segó la vida de la gran figura del toreo de esa época José Gómez Ortega, Joselito el Gallo; pero, ¿en qué condiciones para torear, al día siguiente, se acostó Joselito ese 15 de mayo de 1920?

Corrida de Madrid.-

El cartel -para el día 15- estuvo formado por Joselito, Juan Belmonte y Sánchez Mejías. En principio toros de Albaserrada. El resultado de la corrida no fue el esperado por Joselito ni por el público. Toreó el maestro de Gelves, un toro de Medina Garvey y otro de Salas. En esta corrida estaban anunciados toros de Albaserrada, que fueron sustituidos por otros de Carmen de Federico. Hubo baile de corrales, como se denomina en el argot taurino. Enchiquerados estaban los de Carmen de Federico, pero por su escasa presentación fueron pitados nada más pisar el ruedo. Se increpó a los toreros –nada más ni nada menos que a Joselito y a Belmonte-, muy especialmente a Gallito que empezaba a tener al público en contra. Nada nuevo, como puede verse, cuando hoy ocurre con algunas figuras.  

Joselito llegó a comentarle a Belmonte después de la mala tarde:

Juan ha llegado el momento de que abandonemos esta plaza por algún tiempo. El público nos está exigiendo más de lo que podemos dar y es mejor que dentro de unos meses nos vuelvan a reclamar. Que vean a otros toreros.
En las tertulias taurinas madrileñas se comentó que Joselito eludía la plaza de Madrid, a pesar de llevar cortadas once orejas, muy difíciles de obtener en aquellas fechas por la rigurosidad del público y presidencia.
El diestro de Gelves, primera figura, con un pundonor extraordinario y, por que no decirlo, lleno de orgullo taurino, no podía soportar eso. Terminada la corrida casi no se le podía hablar. En principio este era el estado de ánimo de José, malo, muy malo.

A este respecto conviene traer a colación lo escrito por José Bergamín, en su obra: La claridad del toreo, editada en 1994 por Turner:

Por eso decía con tanta verdad Belmonte a Joselito, al salir juntos de la plaza madrileña, tan estúpida y brutalmente abucheados, aquella tarde, víspera de la muerte de José:
“No te importe, José, es que ya lo hacemos tan bien que no se enteran”.

Recordemos –sigue Bergamín- el famoso grito de: “¡Ojalá te mate un toro mañana en Talavera!”, que le salió a uno de aquellos energúmenos espectadores de la plaza de Madrid.

Gallito se retiró a su casa de la calle Arrieta en Madrid; se vistió de calle y salió a cenar con unos amigos.

Cenó tarde en el restaurante Bilbaíno de Madrid, con su cuñado Sánchez Mejías y el crítico taurino Gregorio Corrochano. Después de la cena se marcharon al domicilio del diestro y estuvo hablando de toros y de los sucesos de Madrid hasta altas horas de la madrugada. Se levantó muy pronto, sobre las siete de la mañana. ¿Había descansado lo suficiente? No lo sabemos. A las ocho de la mañana, día 16 de mayo, ya estaba en la estación de Delicias para tomar el tren que le llevaría a Talavera. Viajó junto a su hermano Fernando, y los miembros de su cuadrilla. Le acompañaban, también, sus amigos entre los que se encontraban Darío López, Leandro Villar –empresario de Talavera-, el apoderado de Sánchez Mejías, Peris Mencheta y Corrochano.

Don Gregorio Corrochano, maestro de la crítica taurina, el 18 de mayo de 1920, en el número 5416 de ABC, - archivo del autor-, relataba porqué toreó Joselito en Talavera.

Como acerca de la organización de esta corrida se ha fantaseado tanto voy a referirlo con todos los detalles que yo conozco, por mi parentesco con los ganaderos. El hijo mayor de la ganadera arrendó la plaza para lidiar sus toros y vino a Madrid a contratar a Sánchez Mejías a quien únicamente tenía deseos de contratar. Contratado éste, y como la plaza es pequeña y no tiene defensa para la empresa, se pensó en dos toreros de poco precio. Yo entonces les recomendé a Larita, como torero barato y al mismo tiempo valiente y de variado repertorio. Me parecía indicadísimo para Talavera. El señor Olmedo, apoderado de Larita, enterado de mi recomendación, me escribió dándome las gracias y enviándome los contratos en blanco. Sánchez Mejías le recomendó al empresario a Paco Madrid, y así quedó pensada la corrida, sin que a ninguno, remotamente, se nos ocurriera pensar en Joselito para esta corrida que al fin y al cabo era una corrida de pueblo. Fue el empresario al café Regina para tratar  la venta de unos becerros para Ciudad Real, y allí encontró a don Leandro Villar quien le dijo: 

-¿Porqué no lleva usted también a Rafael el Gallo, que daría más cartel a la corrida y lleva buena temporada?
- Porque aquella plaza no da para tanto.
- ¿Me cede usted el negocio y me comprometo a llevar a Rafael?

- Encantado; cuente usted con la plaza. Yo soy empresa a la fuerza, por lidiar mis toros, que es lo único que tengo interés.

Y quedó convenido el traspaso en estas condiciones. El Gallo y Sánchez Mejías y toros de Ortega. Y en esta creencia se marchó el ganadero a Talavera.
Don Leandro Villar, íntimo amigo de Joselito, le comunicó sus planes a éste.
-¿Y porqué Rafael y no yo?
-Porque tú eres muy caro para Talavera.
-Yo soy torero más barato –dijo Gallito- porque soy el de más público.

Y como entre Leandro Villar y Joselito había una estrecha amistad, se concertó la corrida, en la que no intervino nadie más que en la forma relatada. Cuando se enteraron en Talavera no lo creían, y se hicieron apuestas si iba o no Joselito. El entusiasmo del pueblo no tuvo par. Lo tuvo más tarde en el duelo que le produjo la muerte del torero deseado. Este fue el proceso que esta desdichada corrida de Talavera, en la que no tuve más intervención que la de recomendar a Larita, que no fue, y poner al empresario Leandro Villar en relación con mis paisanos para que le facilitaran su gestión. Lo cuento a titulo de curiosidad, y al mismo tiempo para aclarar algunas informaciones que pudieran interpretarse mal. No por otra cosa ni salvar responsabilidades que no existen.

¿Puede ser culpable nadie, ni su mayor enemigo, de la tragedia de un torero?


¿Qué ocurrió en la corrida de Talavera? ¿Cómo se produjeron los hechos?
Tenemos, información de primera mano, del aficionado Antonio García Poblaciones que, en 1920, escribió:

Los toros de la señora viuda de Ortega fueron terciaditos, y no estaban, ni mucho menos, en estado de carnes, como lo indica el peso dado el desolladero. Salieron, unos con otros, a 22 arrobas justas. Todos tenían los cinco años cumplidos, y sus condiciones de lidia no pudieron ser peores.

El cuarto permitió a Gallito y a Sánchez Mejías que se le hiciera un quite vistoso. Fue banderilleado por Gallito y Sánchez Mejías consiguiendo José una gran ovación, la última que oyó en su vida.

El causante de la catástrofe fue el toro quinto, Bailaor; negro de pelo, marcado con el número 7 y de cabeza recogida, apretado de carnes. Pesó en el desolladero en canal 259 kilos.

Dicen los que presenciaron la corrida que pocas veces habían visto a Joselito con tantas ganas de agradar. Como el precio del festejo era muy subido, por la magnitud del cartel y la escasa cabida de la plaza, José pretendía que los asistentes no se llevaran a su casa un mal sabor de boca.

Tomó Bailaor cuatro varas y mató cuatro caballos. Pasó dificilísimo a banderillas, el Cuco puso un par superior y luego medio a la media vuelta, saliendo comprometido. Cantimplas pasó las negras para poner el suyo.

Gallito había bregado mucho con este toro lo que motivó el que se le cayera la faja, y por salir pronto a matar tiró de ella en vez de arreglársela.

El animal estaba aquerenciado en tablas, y allí fue Gallito, consiguiendo sacarle hasta los medios con pases de tirón, pero sin que el toro le tomara francamente la muleta. Y el toro se marchó otra vez a las tablas, y Gallito insistió de nuevo en sacarle fuera, sin conseguir tampoco que tomara la muleta para dominarle.

Ordena a su peón el Cuco retirarse y dejarle solo.

El animal estaba también algo congestionado y le caía sangre por los ojos, lo que hacía que no viera de cerca, y Gallito, que observó este detalle se retiró para avisar al Cuco, y al cambiarse la muleta de mano el toro se le arrancó rápido, y certero le dio en el aire, dos cornadas y un enorme porrazo. Gallito quiso levantarse y no pudo; todos acudieron al quite y recogieron de la arena al infortunado José, que solo tuvo alientos para exclamar, dos veces: ¡Que avisen a Mascarell ¡ y no habló más. Deprisa, muy deprisa le llevaron a la enfermería, y allí se vio que la herida del vientre era mortal de necesidad. Además, tenía otra cornada en un muslo.

El parte facultativo extendido por el doctor don Francisco Luque fue el siguiente:

Durante la lidia del quinto toro ha ingresado en la enfermería el diestro José Gómez Ortega, Gallito, que presenta una herida penetrante en el vientre y región inguinal derecha, con salida del epiplón, intestino y vejiga, gran shock. Traumático y probable hemorragia interna y otra herida en el tercio superior del muslo derecho. La primera gravísima y la segunda, de pronóstico reservado. Talavera de la Reina, 16 de mayo de 1920. Firmado Dr. Luque.

Los miembros de su cuadrilla comentaron, entonces, que cuando Joselito entró en la enfermería iba colapsado. Los médicos trataron de reanimarle con inyecciones, pero los esfuerzos de la ciencia, resultaron inútiles. El matador falleció a los pocos momentos de ingresar en la enfermería. El sacerdote de la plaza, padre Felipe Vázquez, le auxilió espiritualmente.

Otra vez la tragedia en la fiesta de los toros. Un toro de escaso peso, cornicorto; pero con cinco años – de ahí el sentido que tenía- y muy rápido en la embestida por no estar gordo. Esa movilidad, tan escasa hoy, fue la que sorprendió a Joselito que intentó darle salida cuando ya lo tenía encima resultando inútil su intento.

Ignacio Sánchez Mejías, cuñado del diestro, en actitud de gran dolor repetía, mirando el cadáver de Joselito, incrédulo: ¡No puede ser!... ¡Es imposible!

Juan Belmonte, que actuó con él en Madrid el día 15, se quedó en la capital de España en su domicilio de la calle Espalter. Disfrutaba de una tertulia con sus amigos y fieles, cuando llegó Antonio Conde, su mozo de espadas, procedente de Telefónica, muy afectado, y comunicó a Juan y a los asistentes la terrible noticia de Talavera. En principio la noticia era increíble, pero el mozo de espadas aseguraba que era cierta.
Juan, le indicó que tenía que confirmarla telefónicamente contactando con Talavera. Así se hizo y quedó petrificado al comprobar el hecho. Joselito, su rival y amigo había muerto corneado por un toro.
Parece ser que dijo a sus amigos: Dejadme solo. Y todos se marcharon. Juan pasó el tiempo restante encerrado en su cuarto sin hablar con nadie, con gran dolor, y meditando el hecho luctuoso.
Tenía que torear el día 18 en Madrid, al lado de Fortuna y Valerito con toros de Albarrán. Sus íntimos sugirieron suspender la corrida. Juan, contestó:
¡Eso nunca!,torearé, que es mi oficio. Además, retroceder en estos momentos sería una locura y daría la razón a los enemigos de la fiesta, y hasta podría suponerse que tengo miedo.

Belmonte triunfó en esa corrida y dedicó ese triunfo a su amigo Joselito.
Don José Díaz de Quijano, que utilizaba el seudónimo de Don Quijote escribió:
¡Joselito muerto por un toro!
Y es cierto. Cinco veces, seis, en el incierto deambular hemos podido cerciorarnos, confirmar con toda evidencia la autenticidad de la noticia.

Ha sucedido lejos, en un pueblo, hace solo unas horas; pero ya se ha extendido, como un gas deletéreo, el suceso con toda clase de escalofriantes detalles...

¡Joselito muerto por un toro!

José Bergamín, dejó escrito:

Solo el sepulcro con un solo nombre. 
Solo tu corazón con su silencio. 
Sola la llama muerta en la ceniza. 
Solo el toro en el ruedo.

A Verónica, gran aficionada y amiga.
Mayo de 2018, en Collado Villalba.
José María Sánchez Martínez-Rivero.

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