la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 18 de mayo de 2024

Tres toros auténticos / por Pla Ventura


"..Otro toro importante fue el de Ricardo Gallardo en las manos de Román que, por consiguiente, estuvo hecho un tío ante aquel torrente de fiereza y de bravura; son ese tipo de toros que te permiten triunfar o te mandan directamente a casa.."

Tres toros auténticos

Pla Ventura
Toros de Lidia/18 mayo, 2024
En lo que llevamos de la feria de Madrid, ya podemos cantar el triunfo apoteósico de tres toros, a priori, el balance parece pobre pero, tal y como está el panorama ganadero, el éxito es de clamor. Lo digo porque, como hemos podido ver con las figuras, se han paseado frente al toro comercial que, a lo sumo puede ofrecer embestidas nobles para disfrute del torero, caso de lo que le sucedió a un tal Rufo. Otra cosa muy distinta es que salga un toro encastado, bravo, fiero, incluso con ganas de comerse la muleta para que, un torero cabal se juegue la vida de verdad, algo que, como he dicho, ha sucedido en tres ocasiones que, por justicia, hay que resaltar.

Casi siempre, en las corridas de relumbrón, el resultado es siempre el mismo, encefalograma plano; o dicho en cristiano, más de lo mismo. Se podrá torear mejor o peor, pero, sin ese todo que todos anhelamos, desdichadamente, todo queda parodiado. El toreo auténtico es mucho más que lo que le han vendido a la gente por aquello del animalito moribundo, caso de ayer en Nimes en la reaparición de Ponce que, con los de Juan Pedro hizo un ridículo de época.

Pero centrémonos en lo que nos ocupa. En defender al toro en su grandeza si de bravura hablamos y, por encima de todo, en la gesta de unos hombres capaces de jugarse la vida y, en el envite, torear y triunfar, casi nada he dicho yo. Sería lo normal, pero, conforme está el toreo, lo contado es lo excepcional. 

Ayer, sin ir más lejos, vimos la épica inenarrable de Emilio de Justo, un gran torero donde los haya que, desde siempre, ha basado su carrera frente al toro auténtico, justamente, el que le ha dado esa grandeza de la que es dueño y señor. No culminó su obra, nada es más cierto, pero en Madrid quedó la sensación de una faena cumbre, la que hizo vibrar a los aficionados y que, sin duda alguna, tardarán mucho tiempo en olvidar. El toro que lidió, de La Quinta, pedía credenciales de torero, algo que De Justo mostró con denodado orgullo, de ahí aquellas cuatro series de naturales que, dudo mucho que se repitan en la feria y, por si faltaba algo, por si alguien lo dudada, el de Santa Coloma tenía casta para parar mil trenes, de ahí la tremenda cogida que el diestro sufrió de la que, milagrosamente salió ileso. Enhorabuena a Emilio de Justo por haber emocionado a propios y extraños; propios, los que asistieron en directo y, extraños, lo que estábamos al otro lado de la pantalla.

Otro toro importante fue el de Ricardo Gallardo en las manos de Román que, por consiguiente, estuvo hecho un tío ante aquel torrente de fiereza y de bravura; son ese tipo de toros que te permiten triunfar o te mandan directamente a casa como le ocurriera en su día a David Mora que, justamente, un toro de Fuente Ymbro y en Madrid le quitó el carnet de torero. No ha sido el caso de Román que, ha salido de Madrid auténticamente reforzado porque, la casta, además de hacer milagros, si el toreo es capaz, ya tiene visado para continuar.

Ante una infumable corrida de Baltasar Ibán, cosas del destino, salió un ejemplar llamado Bastonito, como el que lidiara César Rincón allá por los años noventa, toro del mismo nombre del que hoy comentamos y que, reforzó por completo la categoría auténtica de la que gozó Rincón como máxima figura del toreo. Este Bastonito lidiado en estos días por Francisco de Manuel en Las Ventas, cuyo diestro estuvo bien, no supo alcanzar toda la gloria que el toro le entregaba, razón por la que todo quedó en el vacío de la nada; y no fue culpa de la espada porque, insisto, ayer De Justo no logró matar como debiera pero, su faena grande ahí quedó; pues esa es la diferencia que, De Manuel, en el transcurso de la faena no supo encontrar la justa medida para, junto al toro, llevar a cabo esa faena grande que el toro le ofrecía. Una pena porque al chico le hacía mucha falta.

Lo dicho, tres toros auténticos, justamente de los que no lidian las figuras, son los que pusieron de acuerdo con toda la plaza por completo; ante estos tres ejemplares no hubo la menor discusión ni reproche alguno. Estaba clarísimo, los toros, por sí mismos, tenían argumentos para convencer al aficionado antes de que el torero se enfrentara a ellos. Luego, los que fueron capaces, tanto De Justo como Román, cada cual, a su estilo y manera, enardecieron al público de Madrid. Hasta el momento, en Las Ventas ha pasado como sucediera en Sevilla, el toro auténtico ha sido el ganador. Si quiere Juan Pedro que lo iguale.

Tras las turras de parralejos y victorianos, vuelta al toro con La Quinta, para Perera Groundhog Day, De Justo en su mejor faena madrileña, y Ginés, al que verle torear es como ver a un tío ponerse los pantalones. Márquez (sin Moore)

 

"..Constantemente reiteramos que la base del espectáculo llamado «los toros» está precisamente en la existencia del toro, y que él es capaz por sí mismo de sostener en pie una tarde por muy mal que anden los toreros.."


JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
Hay que ver cómo cambia el signo de la tarde cuando hay toros. Tras las dos turras consecutivas que nos han metido en esta semana, primero los Parralejo y a continuación los de Victoriano del Río, necesitábamos volver a encontrarnos con el toro para no caer en una depresión más gorda que la que arrastra Morante. Hoy ha aparecido en nuestro auxilio Santa Coloma, la Santa favorita de Jorge Laverón, para 
poner seis enigmas de capa cárdena en el ruedo de Las Ventas a ver quién era capaz de despejar sus incógnitas.

Constantemente reiteramos que la base del espectáculo llamado «los toros» está precisamente en la existencia del toro, y que él es capaz por sí mismo de sostener en pie una tarde por muy mal que anden los toreros. 

Y no hablamos de bravura, sino de casta, que es lo que hace interesante al toro porque eso complica enormemente el desarrollo de la lidia. Estaba el segundo de hoy, Fusilero, número 17 atento a la brega que le daba Morenito de Arlés, a la espera del espléndido par de banderillas que después le pondría «El Algabeño», cuando se gira y se abalanza sobre un peón, acaso Manuel Larios, al que tenía controlado con el rabillo del ojo y que estaba en su puesto a esperar la salida del par de su compañero. El toro bobo no sabe lo que hay a su alrededor, ni se entera de nada más que de la muleta, muleta, muleta, mientras que el de casta tiene personalidad y reacciones imprevisibles, como ésta que traemos a colación.

Aún no hemos dicho que la ganadería ajustada para el día de hoy, con divisa encarnada y amarilla, fue La Quinta. Los toros que se trajeron desde Palma del Río fueron todos cinqueños y, como viene siendo habitual en esta vacada, lució más peso del que usualmente se le presupone a este encaste. De entre los seis toros de un encierro excelentemente presentado, destacó por belleza, tipo y trapío el quinto, Periquito, número 50 y por lo contrario el sexto, Zamorano, número 61, toro grande en el tipo ibarreño, cárdeno muy oscuro, de lomo recto y 627 kilos de la «báscula ojimetril venteña» y con la característica poca cara de este encaste.

Nos enseñaron desde críos que estos toros de Santacoloma pedían decisiones rápidas: pronto y en la mano, así como faenas breves, que gustaban del galope a la distancia en los inicios de la faena, que no hay que confiarse con ellos porque a la primera de cambio te cazan, que son exigentes y al torero le dan si él mismo les da, nos enseñaron que para hacerse con ellos hay que engancharlos y llevarlos toreados y que cuantas menos pistas tengan respecto de que hay por allí un señor manejando un engaño, mejor.

Para la lidia y muerte de los pupilos de La Quinta contrataron a Miguel Ángel Perera, Emilio de Justo y Ginés Marín, que es el que se vino mejor vestido, de azul soraya y oro.

Sorprendió cuando Perera se fue frente a la puerta de los chiqueros a recibir de rodillas a Cedacero, número 9, primero de la tarde. Tras el leve susto se incorporó y soltó unas verónicas muy de paisano. No fue el toro un dechado de bravura en el caballo, pero a cambio se vino arriba en banderillas y demostró que tenía una embestida humillada y templada. Con esas señas Perera se dispuso a hacerle su faena, que consistió exactamente en 73 pases de todo tipo y jaez dados con ambas manos. Habíamos dicho antes «faenas breves», pues Perera ignora lo que eso es, y mira que el bicho, cuando consideró que su aportación al toreo había acabado, volvió grupas ostensiblemente, pero Perera siguió y siguió y cuando despertamos de un sueñecito ahí seguían Perera y Cedacero, pero ahora en el 4, que allí se lo llevó para seguir su Feria de Muestras. El toro tendría unos veinticinco pases y Perera le dio casi tres veces más, que aquello parecía inacabable. La hora de matar se saldó con un pinchazo, media estocada, dos descabellos y dos avisos.

Con un vibrante saludo de capa de aire abelmontado y el toro ciñéndose trabó conocimiento Emilio de Justo con Fusilero, número 17. Empuja el toro metiendo la cara al cite de Juan Bernal y, a la salida, deja el torero un excelente quite por chicuelinas de mano baja, rematadas con una airosa media. Acude el toro de largo a la segunda vara con Bernal citando muy toreramente, dando los pechos del jamelgo y cayendo traserilla la puya. Réplica también por chicuelinas de menos emoción de Ginés Marín que, por lo menos, lo intenta. Del gran par de «Algabeño» a este toro ya se habló antes. Brinda al público Emilio de Justo y comienza su viaje a ninguna parte sin enterarse de la distancia que le pide el toro, vaciando hacia afuera las embestidas y quedándose descolocado, por lo que el toro pasa de él. Da la impresión de que el torero, que mete unos gritos espeluznantes, no se acaba de fiar de la castita del toro. En el transcurso de la faena se percibe que el toro va por el pitón izquierdo, pero hay que pisar otro terreno que el que Emilio elige. La cosa llega a su fin cuando De Justo le receta a Fusilero una estocada desprendida acompañada de un formidable alarido, dejando la impresión de que la casta del toro le previno de meterse en harinas con él.

Como no podía ser menos Ginés Marín se cruza la Plaza de manera circunspecta para su correspondiente «porta gayola» y, una vez erguido, instrumentar unas verónicas de las que el abuelo de Vicente Palmeiro llamaba «de pegolete», es decir a pies juntos. Entra el toro al relance hacia la caballería que monta el padre del torero arreando un buen trastazo que descabalga al padre que cae en pie, sin que el hijo acuda presto al quite. Torpe también Guillermo Marín en su segunda vara, muy trasera, en la que no aprieta. En la cosa de la muleta da la impresión de que no hay lo que se dice un plan, y ahí tiene Ginés al toro de acá para allá, zascandileando con él lo mismo que Abellán zascandilea por el callejón. El trasteo de Ginés es narcoléptico, vuelta va y luego vuelta viene con el toro toreándose él solo. Verle torear es como ver a un tío ponerse unos pantalones: primero una pierna y luego la otra. La apatía se hace dueña del tendido y las gentes ni aplauden ni silban el tedio de Marín que, cuando se pone a matar sale perseguido por el toro, a toda carrera, y le lanza la muleta a la cara en acto de muy poca torería. Mata a la última y se lleva un aviso.

El cuarto de la tarde, que atiende por Vidriero, número 46, recibe el correspondiente «pegolete» de Perera. Es algo blandengue al principio de su vida pública y no puntúa especialmente en la cosa equina ni en el segundo tercio. Perera empieza su faena, que va a constar de 49 pases, con una tanda por la derecha muy en su estilo a base de temple y mando y sin colocación. La cosa va desarrollándose según lo previsto hasta que en el pase número 9 el torero se queda descubierto y el toro que le ve hace por él y le zarandea. Nueve pases después, en el 18, le pasa lo mismo y tal cual se repite la misma cosa en el 28. En el pase número 29 recibe un achuchón. Algo cabalístico hay en los pases con 8 y con 9, porque el torero recibe nuevo susto en el pase número 38 y en el 43 se vuelve a repetir la cosa, que finaliza con el empujón que recibe el torero en el pase 49 al entrar a matar.

El quinto, Periquito, es el toro de la corrida. De Justo lo recibe con una larga cambiada de rodillas en el 9. La manera en que se saca el toro a los medios es pura torería, ahormando al toro sin un enganchón, sin una violencia. Luego pone al toro de largo al caballo de Germán González y el bicho primeramente es remiso a entrar, pero cuando acude lo hace con todo, recibiendo un puyazo trasero y después un buen puyazo en el que el toro cumple. Morenito de Arlés deja un sensacional segundo par y en seguida ya está de nuevo Emilio de Justo camino de los medios a brindar también su segundo toro al público. Los inicios de su faena están basados en la mano derecha y en el descoloque, dejando algún derechazo de buen trazo. Mientras está pasando de muleta con la diestra el toro, que ya le había avisado, éste le prende feamente y le zarandea. Cuando De Justo se repone del trastazo y vuelve a la cara del animal, se ha producido una epifanía y a partir de ahí todo empieza ir de la mejor manera a partir de una excelente serie de naturales en la que el torero aguanta algún que otro gañafón, seguida por otra aún mejor, que todavía es mejor viendo la excelente colocación de De Justo. A continuación viene otra más con la Plaza como un manicomio. Después, cuando el toro se le echa encima imprevistamente, se le quita con un molinete y uno de pecho de pura improvisación y después se saca el toro hasta los medios con un torerísimo abaniqueo por la cara rematado con un trincherazo que pone en pie a la Plaza entera. En el platillo se tira con fe a cobrar la estocada que le dé el triunfo que merece su faena y deja una estocada entera tendida y traserilla que no acaba con el bicho. Luego vienen los descabellos y los avisos y la mejor faena de Emilio de Justo en Madrid, esta faena a más en la que ha habido valor, colocación, torería añeja, clasicismo y, sobre todo, muchísima verdad, se queda en una clamorosa vuelta al ruedo.

Cuando sale Zamorano, el ibarreño, la Plaza está conmocionada por lo que acaba de ocurrir. El toro engaña en sus inicios pues mansea y sale huido de la primera vara y puntúa algo mejor en la segunda. En banderillas poco dice y de pronto, en el último tercio descubre su verdadero ser embestidor, humillador y colaborador. El toro más claro del encierro, que va por los dos pitones, ante el que Ginés Marín es incapaz de montar un business plan. Ver a Ginés es como ver currar a un albañil alzando un tabique con rasillas. El toro no para de embestir y cuando en un derrote de fastidio desarma al torero, éste entiende el mensaje y decide acabar el número, cosa que hace con una estocada haciendo guardia, otra quedándose en la cara y tirando la muleta y otra cuarteando y tirando de nuevo la muleta.




FIN

Madrid. Dios salvó a Emilio de Justo y, como pago, le quitó las orejas que había ganado / por Pla Ventura

 "..La épica, la emotividad, el buen toreo, la verdad sin mácula y la grandeza de un torero cabal han enloquecido a la plaza de Madrid..

Madrid. Dios salvó a Emilio de Justo y, como pago, le quitó las orejas que había ganado

Pla Ventura
Toros de Lidia/17 mayo, 2024
Los toros de La Quinta habían levantado mucha expectativa en Madrid porque, los Santa Coloma de Martínez Conradi son toros encastadísimos que, juego al margen, la pasión siempre la desatan. Se trata de otra de esas ganaderías con fundamento en sus toros y que no permiten que nadie se aburra. Pese a que en líneas generales no ha sido la corrida soñada, un quinto ejemplar, Pajarito, ha dejado la divisa en todo lo más alto. Contento se ha marchado el ganadero, como yo me hubiera ido.

Al final, en su conjunto, la corrida ha tenido una pelea en varas interesantísima, algunos ejemplares se han arrancado de lejos y han logrado atronadoras ovaciones por parte de los aficionados. No era para menos al ver como los animales acudían con galope al caballo, algo que agrada en Madrid y nos gusta a todos los aficionados del mundo. Como dato anecdótico, ha asistido a la corrida Alberto Núñez Feijoó, al que Perera le ha brindado su segundo toro.

Por cierto, Perera ha estado muy bien porque entiende a los toros encastados como nadie. Apenas ha podido torear nada con el capote y, en su primero, que de entrada nos ha gustado mucho, tras dos primeras series de derechazos con gran sabor, el toro se ha rajado y, MAP le ha cambiado los terrenos, en los cuales le ha dado varias series al natural con mucha inteligencia. Ciertamente, el toro no era de triunfo pese a los buenos deseos del extremeño al que nadie podrá reprocharle nada en esta tarde. Su segundo, con un punto de casta más que el anterior, ha estado muy valiente, incluso con muletazos de mucha vibración, tanto por un pintón como por el otro. MAP sabe que, pese a su historial, si quiere seguir tiene que ganarse los contratos uno por uno y, como digo, hoy no ha decepcionado a nadie. Ha sufrido varios achuchones propios de los toros encastados, cosa que no sucede con las ganaderías comerciales. Se ha palpado el peligro y ese ha sido el gran valor de Perera. Ha matado dignamente, se le ha pedido la oreja con tibieza y, el de Puebla de Prior, ha dado una aclamada vuelta al ruedo.

El que es indiscutible con estos toros no es otro de Emilio de Justo que, en su primero, un toro con una vibración tremenda con el capote en la que el diestro le ha dado cuatro verónicas y tres chicuelinas muy jaleadas por los aficionados. De repente, tras la salida del toro en varas, en un segundo hemos visto el cambio que ha dado el toro, se ha parado de forma repentina y, pese a ello, Ginés Marín, que estaba viendo al toro, le ha hecho un quite que nadie le había pedido y, para que la desdicha fuera mayor, banderillear a este toro ha sido una auténtica odisea, se ha perdido mucho tiempo y, repito, se ha confirmado lo que ya sabíamos. De Justo ha puesto mucha disposición, le ha arrancado bellos muletazos pero, de uno en uno, algo que no ha provocado del delirio de nadie porque, como sabemos, si el toro no tiene continuidad es imposible que llegue a los tendidos la labor del espada. Emilio se ha jugado la vida, sabedor de que sus logros serían nulos. En su segundo, el toro de la tarde y sin duda, uno de los candidatos para todos los premios de la feria, Emilio de Justo ha estado cumbre, sensacional, arrebatador, entregado y, lo que es más importante, torero cabal y de una entereza admirable. Si con el capote mostró su raza en unas verónicas de recibo por parte del torero, una vez en la muleta la explosión ha sido tremenda. Se palpaba el peligro, se vivía la emoción, se sentía la pasión que anidó en los tendidos. Dos series con la derecha han tenido un gran calado y, cuando menos se ha descuidado el diestro, el toro lo ha prendido, lo ha lanzado por los aires y, como tantas veces he pregonado, estos toros cuando cogen hacen hilo, buscan el cuerpo del torero y, solo Dios, que ocupaba una barrera ha hecho el milagro de que Emilio saliera ileso. La cogida ha sido tremenda, todos nos temíamos lo peor pero, aunque maltrecho, el de Torrejoncillo ha vuelto a la cara del toro, en esta ocasión por naturales y, han bastado quince muletazos al natural para que la plaza vibrara hasta la locura. La épica, la emotividad, el buen toreo, la verdad sin mácula y la grandeza de un torero cabal han enloquecido a la plaza de Madrid. 

Todos esperábamos las dos orejas que hubiera sido el premio justo a una torería sin límites frente a un toro encastadísimo. Le ha dado De Justo una estocada algo trasera y, cuando creíamos que el toro se echaría, que lo hizo, se ha levantado de nuevo y el diestro lo ha rematado con varios golpes de cruceta. Una pena porque, como digo, eran dos orejas rotundas, sin la menor discusión pero, no ha podido ser y, Emilio de Justo ha dado una clamorosa vuelta al ruedo y, como ha confesado más tarde, para él, ha sido la faena más rotunda de cuantas ha hecho en Madrid, algo que certificamos como aficionados.

Cerraba el cartel Ginés Marín que, en su primero, para su desgracia, el bovino embestía con mucha dulzura, hasta el punto de que, si no hubiéramos sabido el nombre de la ganadería, todos diríamos que era de Juan Pedro. Un animal sin casta alguna, con una embestida adormilada que, sin duda, no ha conquistado a nadie. Su segundo, un toro fuera de tipo y feo, apenas le ha dado opciones. Marín lo ha intentado, se ha esforzado mucho y ha matado de forma calamitosa. Ni el toro ni el torero han cautivado a nadie porque, como dicen algunos, Marín torea tan correctamente, tan sobrado de todo que no dice nada.

Otro cartel de no hay billetes y un gran negocio para empresa. Tres toreros dispuestos sabedores de lo que había en chiqueros pero, con el orgullo de enfrentarse al toro de verdad. Luego, logros al margen, esa actitud siempre es digna de encomio.

La dignidad de Perera, la torería irrepetible de Emilio de Justo y un gran toro en las manos del diestro citado, han desatado la locura en la monumental de Madrid.

San Isidro 7ª.- MALDITAS ESPADAS / Por Juan Miguel Núñez Batlles


Perera pierde una oreja del primero y De Justo las dos del quinto

Séptima de San Isidro
MALDITAS ESPADAS

Juan Miguel Núñez Batlles
La suerte suprema es determinante. Sin espada no hay triunfo. Y bien lo estarán lamentando ahora Miguel Ángel Perera y Emilio de Justo, que perdieron una y dos orejas, respectivamente, en la corrida de hoy, por la falta de contundencia con los aceros.

Una corrida que obligaba mucho. Pues al final Madrid es el punto de inflexión en la carrera de un torero. Sobre todo en los triunfos. No tanto ya en los fracasos, que antes se tenían más en cuenta para poner freno a las contrataciones después de haber toreado en Las Ventas. La terna de hoy vino muy mentalizada en este sentido.

Perera, consciente de que había que revalidar la Puerta del Príncipe de Sevilla de hace apenas un mes,  salió a por todas, en el que abrío plaza yéndose a porta gayola, y a partir de ahí, echándole tanto talento como arrestos a sus dos faenas.

Al primero lo toreó de muleta muy requetebién en dos tandas por el derecho hasta que el toro empezó a negarse; primero,  dándose la vuelta al revés hasta tres veces, señal inequívoca de una mansedumbre que reafirmó al buscar la querencia en las inmediaciones de chiqueros. Alli, al hilo de las tablas, p'allá y p'acá, le toreó  al natural con mucha limpieza y compostura. Crujió por momentos la plaza. Pero la espada dejó la más que segura oreja en una ovación.

Perera brindó el cuarto al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijoo, en barrera, con larga platica mientras sonaban muchos aplausos y también algunos pitos, todo hay que decirlo, para dejar patente lo de las dos Españas, aunque en cuestiones taurinas ahora, no hay duda, arrasa la derecha. Con la muleta no mejoró la situación. El de La Quinta Iba por el derecho con escaso brío y protestaba mucho por el izquierdo. Lo intentó el hombre, aunque no llegaría a estructurar faena, ni mucho menos a profundizar.

Emilio de Justo hizo en su primero cosas muy bonitas con el capote. Un quite con media de altura. El toro tuvo cuatro arrancadas buenas en la muleta, pero solo eso. En la segunda tanda ya se lo pensaba, probando y con medias arrancadas. De Justo hizo todo lo posible por desengañarlo, sin embargo, sin llegar a pasar del intento. 

Mejoró el panorama frente al quinto, que se movió más, con mejor fondo. Hubo tandas de derechazos realmente bellas y muy emotivas,  "hundiéndose" el torero en cada muletazo. Por el izquierdo se quedaba más corto pero también le hizo ir para adelante. Y para sumar emoción no faltó la voltereta, momento de angustia. La plaza fue un hervidero de olés. También en el epílogo de la faena, con tres trincherillas en el mismo centro del ruedo, derroche de torería. Faltaba solo la estocada para la Puerta Grande según se vivió todo. Pero tras un espadazo que parecía suficiente, necesitó aún de cuatro descabellos. Y las dos orejas que se presumían pasaron a ser dos avisos. 

Larga cambiada frente a toriles también de Ginés Marín al tercero, al que Perera enjaretó un precioso quite por chicuelinas. Pero no dio para mucho más el astado en la muleta. Marín le hizo pasar por los dos pitones sin lograr que el toro prestara interés, al paso y con la cara natural, o lo que es lo mismo, sin humillar. Con el sexto, faena sin tomar vuelo.

FICHA DEL FESTEJO

Séptima de Feria. No hay billetes.

Toros de La Quinta, correctos de presencia, bravitos en el caballo y la mayoría con escaso fondo en el último tercio. Primero y sobre todo el quinto, con más y buenos finales, fueron la excepción.

Miguel Ángel Perera: pinchazo, media y tres descabellos (aviso y gran ocación); y estocada (vuelta tras escasa petición).

Emilio de Justo: estocada caída (ovación); y estocada y cuatro descabellos (clamorosa vuelta tras dos avisos).

Ginés Marín: tres pinchazos, media y descabello (silencio tras avido); y estocada "que hace guardia", pinchazo y estocada (silencio).

En cuadrillas, El Algabeño saludó en el segundo tras un valeroso y artístico tercio de banderillas,  y se desmonteró también Morenito de Arles en el quinto por dos pares de mucha enjundia.

Si se me apura, hasta nos han hecho un favor / por Pla Ventura


"..Al final, pedimos poco, solo respeto. Pero claro, no he pedido yo casi nada, respeto, una palabra que no conocen los apestosos de la extrema izquierda y la gran mayoría de los que pregonan el socialismo..."


Si se me apura, hasta nos han hecho un favor

Pla Ventura
Toros de Lidia/17 mayo, 2024
Tal y como discurre la fiesta en los toros en estos momentos cruciales que vivimos en que, la política, sus indeseables personajes que en ella anidan han llenado de barro y mugre la mejor fiesta del mundo, es un hecho constatado que, unos y otros, es decir, aficionados a los toros de uno u otro partido, se han decantado a favor de los toros dejando con el culo al aire a esos nefastos políticos que, por no saber, no saben ni de hombres, siendo así, pedirles respeto por los toros es como pedirle peras al olmo.

Como explico, todo nos hace indicar que, los ataques furibundos que recibimos por parte de Urtasun y demás indeseables que anidan en la política, han tenido, como respuesta, la masiva asistencia de gentes a los toros, lo ha sido solo Valencia, Sevilla, el resto de ferias que llevamos celebradas y, en este instante, Madrid es nuestro buque insignia para demostrarles a los cerdos que nos atacan, que los toros siguen vivos en el alma de todos aquellos que aman un espectáculo totalmente legal pero que, unos cafres indeseables querrían que no lo fuera.

Tras todo lo contado, es decir, la problemática que ha llegado al mundo de los toros ha venido de fuera -como si no tuviéramos bastante con lo que tenemos adentro- porque, la Fiesta, salvo por los indeseables citados, jamás había sido cuestionada pero, la moda actual, por parte de los políticos, no es otra que mancillar una fiesta que, además de su ancestro cultural, aporta cientos de millones a las arcas del Estado cada año, amén de los incalculables millones que dicha fiesta deja en cada ciudad donde se celebren los toros.

Y esto que es tan básico, de libro diría el otro, algunos apestosos que viven de nuestros impuestos, que les pagamos para que nos administren que para eso les votamos, algunos hijos de puta, en vez de cumplir con la misión que se les ha encomendado en las urnas, se dedican a prohibir lo que a ellos nos les gusta y, sin duda, a destrozar todo aquello que funciona; con decir que la izquierda odia con todas sus fuerzas a los empresarios y, sin son grandes, caso de Amancio Ortega, Florentino Pérez o Fernando Roig, ahí el odio sube de decibelios y, si pudieran, los burros de la izquierda les meterían a todos ello en la cárcel.

Siendo así, ¿qué queríamos nosotros, los aficionados a los toros, que se nos ensalzara como tales? ¡Es imposible! Nos hemos visto cuestionados en los últimos años, nos atenaza el miedo ante todo lo que sucedió en Cataluña porque, insisto, esos seres repugnantes que hemos votado son capaces de todo porque, para su desdicha, no tienen cerebro, de ahí el miedo que todos sentimos.

Claro que, como decía, la reacción de las gentes ha sido modélica al asistir en masa, en modo rebeldía, a los toros para frenar los ataques de esas gentes malditas que aspiran a destruir todo aquello que encuentren en su camino. Los aficionados a los toros, o quizás la gente que ha querido acudir a las plazas de toros con la ilusión de defender, les hemos dado una tremenda lección a los indeseables que, o rectifican o le haremos que rectifiquen.

Al final, pedimos poco, solo respeto. Pero claro, no he pedido yo casi nada, respeto, una palabra que no conocen los apestosos de la extrema izquierda y la gran mayoría de los que pregonan el socialismo. Como fuere, aunque tengamos que luchar contra viento y marea, sintámonos contentos porque la gente, en su conjunto, aficionados más o menos cabales, incluso incipientes que han llegado al mundo de la tauromaquia, seguro que se quedarán para siempre para sostener este espectáculo maravilloso y fascinante que, para mayor dicha, aporta, desde todos sus frentes, cientos, miles de millones para el bien de España en su conjunto.

viernes, 17 de mayo de 2024

La capital del mundo / por Paco Delgado


"..Madrid se prepara para ser, una vez más, la capital mundial del toreo, y razones no le faltan.."

La capital del mundo

Paco Delgado
Aunque a primeros de mes tuvieron ya efecto las funciones programadas para realzar las fiestas del 2 de Mayo, hace unos días comenzó una nueva edición de la feria de San Isidro, un maratón que hasta bien entrado el mes de junio pone a Madrid como capital del mundo taurino.

No sólo es que siga teniendo vigencia aquel invento que se sacara del magín don Livinio Stuyck hace más de 70 años, sino que de unos años acá ha adquirido un prestigio que tampoco hace tanto parecía diluirse sin remedio.

Lo que nació como un revulsivo para la entonces adormilada y un poco distante afición madrileña, en poco tiempo pasó de tener unas pocas corridas a contar con sus buenas dos semanas de toros. Y con las principales figuras del momento, que no tenían inconveniente en acudir a Las Ventas para medirse no sólo a los toros que les pusiesen delante sino a un público exigente y nunca fácil.

Enseguida, y especialmente durante los años sesenta del pasado siglo y los primeros setenta, el serial isidril supo convertirse, además, en un acontecimiento social de obligada asistencia. Quien no iba a los toros en San Isidro no era nadie y, en consecuencia, la afluencia de espectadores creció hasta el punto de que casi toda la Monumental estaba ocupada por abonados.

Con el paso de los años, y ante la evidencia de que la plaza se llenaba torease quien torease, las combinaciones comenzaron a ser cada vez más flojas, anunciando a muchos mas toreros de segunda o tercera, o cuarta, fila que a figuras, las sucesivas empresas que gestionaron el coso venteño decidieron que era prioridad aumentar sus beneficios antes que el interés del serial, al que la gente iba como por obligación y sin mirar el cartel. Y la cosa comenzó a flaquear.

Las estrellas del firmamento taurino comenzaron a dudar sobre si era buena idea actuar en mayo en Madrid, habida cuenta de que también el cambio de toro, de mucho mayor volumen, menos casta y apenas fuerza para mover sus kilos, influía en gran manera en la dificultad para la obtención de resultados satisfactorios y la gente les culpaba del desastre. Pero como seguía existiendo el interés social y la televisión daba toda la feria, el negocio continuaba pitando.

Hasta que hace unos años comenzaron a bajar las cifras, se redujo el abono y el tema se tornó preocupante. Simón Casas se tuvo que inventar lo del bombo para intentar dar alicientes a un evento que se desinflaba. Nautalia lo vio y su llegada a Las Ventas ha supuesto un nuevo aire y oxígeno para un certamen casi octogenario.

Este año la oferta aumenta en tres festejos, quedando su composición en 21 corrida de toros, 2 de rejones y 3 novilladas con picadores; además, fuera de abono se celebrarán el 9 de junio la Corrida de Beneficencia y el 16 del mismo mes la Corrida In Memorian de Antoñete. Talavante hará el paseíllo cuatro veces; Morante actuará tres tardes, al igual que Castella, Ureña, Manzanares y Borja Jiménez. Doblarán actuación Daniel Luque, Perera, Urdiales, Roca Rey, Juan Ortega, Tomás Rufo o Emilio de Justo, sin que falten, por méritos propios, diestros como Fernando Adrián, Isaac Fonseca, Ginés Marín, David Galván, Rafaelillo, Escribano o Román, por no hacer esta relación interminable y provocar que se me escape algún nombre más de los que ya ha habido que dejar fuera por motivos de espacio. Y en cuanto al ganado, a priori, el elenco es irreprochable, a la espera de ver qué pasa luego en el ruedo.

También el interés generado va en aumento y antes de que diese inicio ya había como media docena de festejos para los que no quedaban localidades, cifra que, naturalmente, irá en aumento conforme se vaya celebrando y discurriendo. De momento, y ese es un muy buen indicativo, en la última corrida de abril y en la primera novillada de la Feria de la Comunidad hubo alrededor de tres cuartos de entrada, lo que supuso una mayor afluencia de aficionados que devotos de Sánchez acudieron a la desesperada llamada del amado líder para dar énfasis y apariencia de baño de multitudes ante su patético y bochornoso anuncio de reflexión...

Madrid se prepara para ser, una vez más, la capital mundial del toreo, y razones no le faltan.

'San Isidro'. Cinco Victorianos febles y un Cortés caedizo (¿o al revés?) para Castella el del cambiado, Dolls el del postureo y Rufo el del "trompazo y revolcón, oreja al esportón". Márquez & Moore

Sánchez

"..Actualmente cierto «Gallismo Incorpóreo» pretende hacer del pobre José, que no puede defenderse, un Juan el Bautista de El Mesías Julián de San Blas (El Juli), con tal de hacer que las aguas de la confusión fluyan hacia determinadas aceñas.."

JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
Hoy, 16 de mayo, como todos los 16 de mayo, la Plaza de Toros Monumental de Las Ventas guarda un ya centenario minuto de silencio, ese «Padrenuestro de la nada», en evocación del gran torero José Gómez Ortega, «Gallito», en el aniversario de su fatal cogida. El hecho de que 104 años después de su muerte se le siga recordando indica bien a las claras la indiscutible importancia de este singular torero, de quien se llegó a decir que había sido parido por una vaca y cuya muerte le sirvió a Rafael Guerra «Guerrita» para exclamar su famoso y exagerado «¡se acabaron los toros!» Joselito es el modelo perfecto del torero lidiador y poderoso que manda en el toro, dominador de todas las suertes, que no rehúye ganaderías y que nada más que se entera de que alguien destaca quiere medirse inmediatamente con él. Actualmente cierto «Gallismo Incorpóreo» pretende hacer del pobre José, que no puede defenderse, un Juan el Bautista de El Mesías Julián de San Blas (El Juli), con tal de hacer que las aguas de la confusión fluyan hacia determinadas aceñas. Asimismo, dentro del plan general del ninguneo de «Gallito», el Coloso de Gelves, entraría también lo de nombrar el 16 de mayo como Día Internacional de la Tauromaquia, que a saber qué diantres es eso o para qué sirve, con lo que la Tauromaquia se pone a la cola de la otra media docena de días mundiales o internacionales que se celebran en esta misma fecha, a saber: Día Mundial de Concienciación sobre los Defectos Congénitos de la Glicosilación, Día Mundial del Angioedema Hereditario, Día Internacional de los Celíacos, Día Mundial del Heavy Metal, Día Internacional de la Convivencia en Paz y Día Mundial de la Luz.

Sin relación alguna con la efemérides que se celebraba, los de Plaza1 se trajeron a los madriles cinco toros de Victoriano del Río y uno de Toros de Cortés para solaz y disfrute de los matadores Sebastián Castella, Jose María Dolls «Manzanares III» y Tomás Rufo.

De los toros como tales poco hay que decir, porque es bien sabido que este ganado se cría pensando en el último tercio, siendo los otros dos irrelevantes a todos los efectos. Si algo hubo de brillo en banderillas fue por la disposición de los peones: Chacón, Viotti, Blasco, Duarte, Sánchez, que nos dieron los mejores momentos de la tarde con bregas tan sublimes como la de Chacón al primero o el expuesto par de Sánchez al sexto, tomando en corto al toro arrancado y clavando con majeza. Eso es lo que nos quitó de encima la murria consustancial a los toros de Cortés y de Victoriano del Río acrecentada por la disparidad de sus estampas, aunque no dejaremos pasar la ocasión sin resaltar lo armonioso y bonito que era el cuarto, Bolero, número 120. Una cosa es lo lindo que era el bicho y otra que cuando se fue a que le picasen recibió dos picotazos, como de avispa, de manos de Manuel José Bernal señalados arriba y en los que apenas se quebrantó al toro, que, habiéndose arrancado con ganas y vigor en ambos, ya estaba congénitamente bastante quebrantado desde la cuna. Porque otra seña de identidad de los toros de hoy ha sido su condición de febles y caedizos, lo que se dice derrengados. Y en lo del último tercio, meta final del trabajo ganadero de don Victoriano del Río Cortés que nadie eche cuentas de aquel Beato, número 46, de la despedida de Paquito Esplá o de la máquina de embestir llamada Dalia, número 56, que cayó en manos de Manzanares III, o el Vampirito, número 78, otra máquina de embestir que tocó en suerte a Fandi hará nueve o diez años. Hoy los productos pecuarios de Medianillos Ganadera S.L. nos trajeron unas embestidas que han han tenido más de bobitontas que de lo que se espera de un toro de lidia, o sea que falló la parte que tienen que poner los toros para darle un poco de importancia a ese incesante vaivén que es el toreo contemporáneo. Digamos que los tres primeros toros recibieron agrias censuras del sanedrín de Las Ventas por su falta de presencia y de remate y su aire anovillado. En la segunda parte del festejo la cosa de la presentación se arregló en lo exterior, pero en lo de dentro las trazas fueron las anteriormente descritas. Como dirían en la época de Gallito, esos tres últimos «aunque tuvieron bulto, fueron de paja».

Castella alargó mucho su encuentro con Maleado, número 183, viéndose desde el inicio que el bicho no se había preparado el examen y estaba más pensando en irse de vuelta al campo que en atender los requerimientos del diestro de Béziers y cada vez se ponía más cansino a medida que iba pasando el tiempo hasta que Castella se quitó de en medio al animalejo mediante un pinchazo y un bajonazo. 
El segundo de su lote fue el guapetón de Bolero, número 120, armónico en sus formas y de embestida tonta y sosa, al que enjaretó un compuesto inicio de faena con un pase cambiado, muy de Castella, y antes dos redondos y después dos naturales. Las fuerzas del animal, apenas picado, eran las justitas. Castella estuvo al inicio en el filo de ponerse a torear, pero optó por pegarse el arrimón del Castella de tantas veces, opción que no le sirvió para llegar al tendido, que le censuró su encimismo. Insistió el diestro en sus empeños sin que aquello cobrase vuelo y echó un buen rato con el toro sin que apenas nadie se lo agradeciese, salvo cuatro incondicionales. Mató al toro en el platillo, que eso sí que es una novedad digna de ser reseñada, y allí en los medios le dejó una estocada entera y tendidilla que fue suficiente.

José María Dolls juega siempre con una enorme ventaja que es la elegante figura que compone, su distinción innata. Si hubiéramos podido meter a Damáso Gómez en el cuerpo de Manzanares III estaríamos hablando de un torero Frankenstein que habría llenado una época, pero esas cosas son, de momento, imposibles. Muchas veces hemos reseñado que el hijo de Manzanares II estaba llamado a ser un torero de época pero que, sea por lo que sea, no quiso tomar esa corona y se conformó con ir haciendo sus temporadas, en las que ha tenido más cuidado de salir indemne y con el vestido limpio que de pegar los aldabonazos con los que debería haber sacudido los cimientos del escalafón. Aquella explosiva presentación de novillero en Madrid nos hizo concebir unas grandísimas expectativas sobre él que, por desgracia, nunca se cumplieron. Hoy volvió a pasear su palmito y las gentes vibraron con su pícara propuesta de toreo despegado y ventajista, fijándose más en la armonía de la figura del diestro que en lo deplorable del viaje del toro en cada muletazo. Vendió mejor la burra en el inicio, cuando el toro tenía algo más de fuelle, pasándole con la derecha, luego se cambió a la zurda y la cosa decayó para ya no volver a tomar vuelo. Poco compromiso y poca verdad es el resultado de su primera actuación en la que, como remate, cita a recibir ejecutando perfectamente la suerte y dejando una bonita media estocada arriba que echa al toro al suelo. La mejor estocada de lo que llevamos de Feria. Su segundo, Corchero, número 30, le comió el terreno con el capote y no dejó de comerle el terreno en todo el rato que estuvieron juntos el toro y el torero. Manzanares no quiso ni ver las complicaciones que el toro le proponía y, dentro de la impresión que transmite como de estar torpón y muy aburrido, decidió abreviar sin esmerarse lo que se dice mucho en la cosa de la suerte suprema. En un momento que el toro se le echa encima inadvertidamente, se lo quita de encima con un solo toque de muñeca que descarrila la aviesa embestida del burel. Esto sería casi lo mejor de su actuación.

Y Rufo, que es pepinero, se vino a la capital vestido de azul marino y oro. Principió de rodillas su labor con Bocinero, número 75, dándose la circunstancia de que en un momento determinado el toro y el torero estaban de rodillas, uno por su voluntad y el otro por su debilidad. Fue Rufo enjaretando su faenita de aire contemporánea que puso a rugir a cierto público y ahí iba el hombre entre sus cites con la muleta en V y su falta de colocación sacando adelante su trasteo hasta que se queda descubierto en un pase y el toro le ve lanzándole un derrote y echándole por los aires. Las asistencias pretenden llevarle a donde Padrós, pero él no tiene más que el porrazo, por intercesión de su Patrono San Blas, y cuando vuelve al toro ya lleva ganada prácticamente la «aurícula doloris», la de «trompazo y revolcón, oreja al esportón». Ya sólo resta pegar tres naturales y una media estocada con derrame para que las gentes le pidan una excesivamente generosa oreja. En su segundo la cosa cambió, lo primero porque no hubo revolcón y lo segundo porque al toro no le interesa lo más mínimo el juego ese de las telas y, acaso ya demasiado tarde, el bicho se ha dado cuenta de que su verdadera vocación es la de tirar de un carro, aunque su inexorable destino es recibir dos pinchazos y un bajonazo que ponen fin a su vida y al festejo.

Llama la atención a lo largo del desarrollo de la corrida que el señor Gerente del Centro de Asuntos Taurinos se dedique a estar todo el rato zascandileando por el callejón, de acá para allá, en tablas durante la lidia de los toros, después acercándose a dar un recado a los de un burladero, luego otro paseo a otro burladero. Debe ser una persona inquieta, pero desde luego su lugar no es el callejón durante la lidia.

Sánchez

ANDREW MOORE





LO DE CASTELLA





LO DE MANZANARES III





LO DE RUFO




FIN